Tamaldulce, un comal, rosquillas frescas, paste de olote, queso Bagaces sin refrigerar.
“Qué más vas a llevar, amorcitó?” (la señora del puesto, con claro interés comercial)
“Tendrá pinol o pinolillo?” (yo, con mi infancia nica atragantada)
La señora del puesto me muestra una bolsita plástica transparente, gordita de un polvo terso y café. Yo lo examino ilusionada.
En la esquina, Mimí aparece entre las solisombras que se cuelan por los techos altos de zinc. Camina, recia, como siempre, y se detiene a mi lado. Inspecciona las compras con los ojos atentos mientras me toma la mano. Yo sonrío y me alegro de volverla a ver. Quiero decirle algo. Pero es ella la que me dice suavecito:
“Madrecita, y cómo lo vamos a batir?” (Mimí, con disimulo, hablándole a Juan para que escuche Pedro).
“Molenillos ya no hacen. ” (La señora del puesto, con los ojos bajos, claramente contrariada, pues no es cosa fácil cuando salen fantasmas en el mercado).
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