Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

A beautiful day in the neighborhood

desde la isla de

 

Yo en realidad quería ver Jojo Rabbit, pero ya no estaba en cartelera. Y Marce ofreció esta y después de síperonoperonollegoatiempo y al final un meacomodo, fuimos. Yo no tenía expectativas. Era una peli que podía ver cualquier día que diera con ella por casualidad en la tele. Fui por complacer a Marce, que dijo haber leído buenas críticas.

Será que ando con las emociones alteradas. Cuando Tom Hanks empezó a hablar viendo a la cámara, empecé a llorar. Es cierto que era ese formato antiguo, sin efectos especiales, sin sonido de fondo, sin mucho alboroto. Pero la voz. La voz era suave y tranquila, viendo directo a la cámara. La voz parecía un ejercicio de ASMR.

Pasé dos horas preguntándome porqué me resultaba tan conmovedor. Probablemente porque en la infancia todos hubiéramos querido tener un Mr. Rogers. Esa figura adulta que te dedica toda la atención, que te habla suave, te sonríe, se interesa. Una seguridad y una certeza en sus rituales. Un adulto para el que uno no es molestia ni obligación ni peso. Un oasis entre esa confusión caótica que es la infancia.

Alguien que te explica las cosas difíciles con palabras fáciles. Que te expone sentimientos con los que te identificás. Que te dice que está bien enojarte o sentirte triste o qué hacer con eso. Que te recuerda los amores primarios por un juguete viejo que no sale en la tele ni está de modo pero que querés con todo.

Entendí a Lloyd. Su desconfianza de ese hombre que parece de mentira, porque nadie es tan agradable, decía él. Nadie mantiene su compostura tanto tiempo. No hay santos. Y su furía. El tinitus que bloquea todo lo demás cuando el tocan el gatillo. Su amargura, su decepción ante la gente en general. Y su proceso de recordar el niño que fue, los cariños que lo formaron, reconocer que sus papás, por más equivocaciones, también eran parte fundamental del adulto que es hoy. Y la capacidad de dejar ir, que no es lo mismo que perdonar.

Bien dicen que con el perdón se beneficia más el que perdona que el perdonado. El ejercicio para el que perdona es mucho mayor, porque probablemente es un ejercicio más difícil, dejar ir el resentimiento, pero de verdad y empezar de nuevo, de cero.

Y me incomodó un poco Mr. Rogers y su forma de ser con todas las personas. Primero pensé cómo haría para mantener el personaje siempre. Luego entendí que no había un personaje, era así. Uno que además reconocía problemas con la crianza de sus hijos, momentos de rabia, frustración, otros manejos y, sobre todo, hacer de eso un ejercicio diario. Jamás un santo, como dice el personaje de su esposa, porque eso lo hace imposible de emular.

Tal vez es porque recuerda el abordaje de una terapia, te obliga a ver hacia adentro sin ser intrusivo, apela a las primeras experiencias, los primeros recuerdos, los primeros amores.  La importancia de tener compasión, de hacer las cosas despacio, de explicar las cosas, de aceptar que vamos a fallar y que eso no nos hace malas personas.

O porque cree en ese pequeñito que lo ve en una pantalla y le repite que es especial, que es una buena persona, que lo quieren por ser como es, que no necesita ser otra persona para ser querido.

Recordé un artículo que leí, de una mujer que le puso a sus hijos episodios de Mr. Rogers. Al principio se reían de ella y de lo arcaico del formato. Luego ellos solos buscaron más capítulos en youtube por su cuenta. Y uno de ellos, después de un día especialmente difícil, lo único que quería era estar un ratito con el amigo de su mamá, para consolarse.

Leí que Fred Rogers tenía formación formal de músico y teólogo, que explica la composición de casi todas las canciones del programa y su parte espiritual. Además, que para hacer el programa trabajó en conjunto con especialistas investigadores de la primera infancia. A diferencia de Plaza Sésamo, Rogers se concentró más en la identificación y manejo de las emociones en la primera infancia, mientras que Plaza Sésamo combinó eso con la preparación de las habilidades cognitivas de los niños preescolares.

Quién pudiera darse el lujo de intentar ser cómo él, todos los días, aunque sea por media hora, aunque sea solo con un niño. Ojalá el propio. O el que habita adentro de uno.

 


Gotitas de lluvia

Una respuesta a “A beautiful day in the neighborhood”

  1. A mí me gustó ese adulto que no ha dejado callar a su niño interior. Ojalá hubiera más personas así.

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