(Nota de Sole: Sigue Petra con calentura con el tema de Diógenes. Este a petición de María. Para pedidos, ya saben)
Cada vez que lo veo, haciendo el ridículo en la plaza, el centro de la burla de los ciudadanos de Atenas, la voz de Hipócrates me retumba en el cerebro:
Llevaré adelante ese régimen, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del prejuicio y el terror.
Y me veo a mí, recién graduado, repitiendo convencido el juramento y comprometiéndome a cumplirlo y a dedicar mi vida a ello. Desde entonces, he sanado a muchos hombres de las enfermedades y posesiones más extrañas. Mis manos tienen el poder que le otorgó Asclepio y es por los dioses que puedo curar. Pero nunca he visto algo como Diógenes ni como los espíritus que lo moran, y le dictan su locura.
Mi maestro me dice que no tiene sentido intentar curarlo. Que su locura está más allá de mí, de él, de la medicina y para convencerme, me ha pedido que lo siga cuidadosamente unos días y tome nota de sus actos. Y lo he hecho, pero no me decido ni me convenzo. No sé si es un enfermo o un hombre libre y si yo, un simple médico, tengo derecho de sacarlo de ese mundo donde vive o si Diógenes siquiera querría abandonarlo.
No es en vano que le dicen el perro. Se comporta como uno de ellos y solo conoce la ley natural. Los ciudadanos le tiran huesos al pasar y el los atrapa e incluso orina sobre ellos, ladrando alegremente y rascándose con un pie las pulgas imaginarias. Pero también lo he visto discutir con Platón en su mismo nivel y vencerlo. Es un perro que se cree filósofo. Es un filósofo que se sueña perro.
He notado además que tiene plena conciencia sobre el placer y, probablemente, con los sentidos de pudor y vergüenza traumáticamente atrofiados. Lo he visto masturbarse en plena plaza a vista y paciencia de mujeres y niños mientras repite como un poseído: “Ojalá el hambre también se saciara con frotarse la barriga!”. No son los desvaríos de un loco. Son los sueños de cualquier sabio, el remedio perfecto, la cura universal, la puerta al Olimpo.
Esto, que tengo, no me basta. Creo que necesitaré aun más datos para un diagnóstico claro.
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