Nadirah se lo contó todo al colibrí:
Me envió un mensaje con un emisario. Le preguntó por mí, por mis destinos. Le dijo, con tristeza, yo me había alejado de él, y que sin decirlo, me extrañaba. Que había algo inexplicable en mí que lo atraía. Que podía hablar conmigo de números, de visires, de poesías. Que a su edad, prefiere vivir sin ataduras y que yo, en cambio, era de absolutos, que no admitía términos medios. Todo eso le dijo. Pero no le dijo que me pidiera que volviera.
Colibrí, yo lo he pensado y podría vivir con eso. Con las libertades acordadas, con los silencios, con la diferencia de edades, con la distancia de ideas. Con que él sea un sultán y que yo nunca sea reina. Con lo que no puedo vivir es con todas ellas. No me basta con ser la favorita. Quisiera, colibrí, pero no puedo.
No me dejan los celos.
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