Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

el cura

desde la isla de

Como estoy empeñada en hacer la receta original de goulash, me fui hasta la tienda donde venden condimentos al granel a hacer mis averiguaciones.

Sabía que no tendrían paprika húngara, pero con que tuvieran ahumada, me conformaría. Además, revisé ese ingrediente misterioso: kümmel. Internet me explicó que era algo como el comino pero con matices anisados y de fennel. Una especialité, si se me permite el término. En español se llaman semillas de alcaravea y todo lo que leí me recomendaba dirigirme a tiendas especializadas en importación de condimentos exóticos.

Entre muy oronda y en pijama, como siempre, a la tienda. Y había un cura. Uno de esos de sotana negra larga como un vestido. Un estereotipo porque tenía anteojos cuadrados y zapatos muy negros. Pelo corto y bien peinado. Casi lo saludo porque me pareció conocido.

Pero me detuvo la impresión y también el asco. Un cura de sotana negra como los que conspiran en el Vaticano. Como Maciel. Como los del Opus Dei. Como los curas de derecha del sur. Como los pedrastras. Como los que le hacen la masaguada, las bodas y los bautizos a los dueños del poder. Como los que invitan las señoras a tomar café, a fiestas o cenas. Como los que son mascotas de los ricos.

Elegía coqueto lo que iba a llevar, que si la miel, que si este consomé que hace rato no traían, que si esto otro. ¿Será el que está a cargo de la cocina? ¿Que si lo ven más gordo, porque él ha sentido que se ha estado engordando? y yo: qué importa? tampoco es como que andés buscando novia o que le estorbe a quien te ve chingo…

Me pregunté si por respeto debería saludarlo. ¿Cuál respeto? Nadie lo estaba tratando con deferencia, ni diciéndole Padre ni pidiéndole bendiciones o consejos.

En el estrecho espacio traté de mantenerme bien lejos de él.

Las muchachas que lo atendían no tenían los mismos dilemas. Mientras metían especias en bolsas de papel y las pesaban, una levantó los ojos para clavárselos al cura y le preguntó: ¿Y qué? ¿Cuándo nos vamos de paseo?


Gotitas de lluvia

2 respuestas a “el cura”

  1. @solentiname Lo más importante, ¿encontraste las semillas de alcaravea? Recuerdo a Jorge buscándolas también

    1. Sip, en el tramito a granel

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *