Anoche volví a soñar con esa isla al final del mundo, en el sur. Esa donde el mar y sus olas y las playas se ven enormes comparadas con el resto del lugar, como si atravesaran un lente de aumento.
En este sueño estaba yo en una enagua corta de seda. Viajaba en buses y conocía a Jesús cuando era niño.
Además, se bailaba salsa.
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