Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Promesas

desde la isla de

Pato me pide que le prometa que yo no me voy a morir, que no me va a pasar lo de Dani, que él no quiera que yo me muera.

Mientras lo veo llorar, pienso que seguro fue porque en medio de la presa, le dije que la escuela era importante para que cuando yo ya no estuviera, él tuviera las herramientas para encontrar su lugar en el mundo.

También en que no debería hacerle promesas que no pueda cumplir. Que no le debería mentir. Que tengo que encontrar la forma de terminar de romperle el corazón, que ya quedó en pedazos cuando Dani murió repentinamente.

El sigue abrazándome con fuerza, diciéndome no te mueras Mami, no te mueras nunca.

Decido mandar para la mierda a los psicólogos infantiles y a las recomendaciones.

Mi hijo necesita la certeza que yo necesité alguna vez: la promesa.

Y se lo digo: Te prometo que no me voy a morir nunca. Que siempre estaré contigo. Siempre.

Pinky promise.

Sonríe, a través de las lágrimas.


Gotitas de lluvia

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