Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

El regalo

Hoy Waweli le dio a Pato un regalo especial. Es un carrito modelo del que fue su primer carro, en Santiago.

Para entonces ya trabajaba en un taller mecánico en las noches e iba a la Universidad en la mañana. Ahorró y se lo compró. No era el carro más frecuente en la ciudad, pero sí se veían de vez en cuando. Les decían los huevitos.

Este fue mi primer carro. Aquí le di el primer beso a la Nonna cuando empezábamos a pololear. Con este carro la conquisté.

Es un BMW, chiquito. El de él era celeste y descapotable. Atrás cabía una maleta pequeña. En la puerta, había un bolsito para llevar cosas.

A Micro-Car That You Enter Through the Front of the Vehicle ...

Era más pequeña que las llantas de unos buses que se llamaban Mitsubishi. Llamaba la atención en todas partes por lo bien cuidado que estaba.

Desde entonces hemos estado juntos, transitando por la vida. Mira, le puse en los asientos una foto de la Nonna y mía. Entonces estábamos jóvenes y ahora ya somos mayores. Quiero que lo pongas en tu escritorio y cuando tengas problemas, te sientes en tu silla, abras la puerta y veas a tu Nonna y a Waweli y te pongas en las buenas contigo.

Después tuvieron un mini Morris 800, rojo, con una tapa con la bandera de Inglaterra pintada. Con ese fueron a Argentina con la abuela Berta, que compró tanto, que tuvieron que comprar una canasta para poner en el techo y traer la maleta. Viajaron por la carretera que en esa época era de un solo carril y en las curvas se pitaba para avisarle a los demás que venías.

Cuando tengas problemas en el colegio, con tus amigos, con el papá o la mamá, te sientas a ver la foto y recuerdas lo mucho que te queremos y eso te va a ayudar a sentirte mejor. No es para jugar, para chocarlo ni para que te metas a bañar con él. Es para cuidarlo. Cuando vaya a tu casa me voy a fijar si lo tienes en tu escritorio.

Hablaron un poco más de la comodidad, de cómo se metía uno al manejar, dónde quedaba el motor y el tanque de gasolina, si olía o no a combustible, y otras cosas más.

Me costó disimular las lágrimas. A veces me da miedo que ellos sientan que pronto dejarán de ser esos muchachos de veinte años y que su cuerpo finalmente les falle. Como si empezaran de una vez a despedirse.

Y vos, ¿qué pensás?