Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Día 10: I’m just a ray of fucking sunshine

Hoy es el último día en Islandia. Amanecimos en un hotel muy cerca del previo.

Como no teníamos plan, porque la Laguna Azul está cerrada por la erupción en Grindavik. Me ofrecieron ir a otra laguna termal, pero dije la verdad: estamos agotados, mejor me dan un reembolso. No les dije que tampoco me hacía gracia bañarme en pelota con vigilancia para luego ponerme el traje de baño. Además, yo quería aun hacer unas compritas. Buscamos plan y nos fuimos a un Museo que se llama Perlan.

Es impresionante lo que se puede hacer con plata. El museo es de historia natural, con paredes que en realidad son puertas que se abren, planetario, shows, cueva de hielo, y un restaurante en el último piso que gira para tener una visión 360 de Reikjavik.

Traté de explicarle a Pato lo que es ir con Marce a un museo. Cómo papá prefiere ir muy despacio, leyendo y apreciando todo, muy diferente a nosotros dos, que corremos de un lado a otro.

Me encantó el show de volcanes, que eran videos de las últimas erupciones. Creo que a Pato además le sirvió para calmar un poco el temor irracional que tiene con los volcanes, muy similar al que tenía yo a esa edad.

Me gustó aun más el de la Aurora Boreal. Los Vikingos le decían Áróra. Me gustó cómo se contó la historia, aprender que existe además en China, donde creían que era un dragón rojo con cara de hombre o que los indios de los Estados Unidos bailaban al ritmo del baile de las luces en el cielo. También aprendí que en Islandia, cuando la aurora boreal se ve roja y no verde, los vikingos creían que era señal de tragedias. 

Volvimos al Hotel y tuve un ratito para mí, para ir a explorar el centro de la ciudad, que es re chiquito. No llevamos casi nada de vuelta a CR porque no cabe y porque todo es muy caro, pero como leí en la tienda de regalos del museo: Quién dice que yo vine a Islandia a ahorrar?

La calle principal es chiquita pero muy activa. Volví a la catedral a tomar fotos por dentro, porque más temprano había un funeral y no había podido entrar.

Me compré una suéter que quería. No dejo de sentir cierta tristeza de pensar que siempre pienso en los demás y nadie piensa en mí. Le compré una camiseta a Pato y a Marcelo hacer unos días, y a Marce no se le ocurre comprarme nada a mí.  Si hubiera tenido esta suéter desde el primer día, hubiera sido más fácil todo, porque por error mío, no traje suéters y por otro lado, la lana aquí de verdad que sirve para todo.

Los souvenirs son muy similares en todas partes y de poca variedad. Los troles y los vikingos son feos. No encontré una camiseta para mí. Esta me gustó, pero luego pensé que no la usaría:

Me siguen gustando las cosas de invierno, que tienen poquísima utilidad real. Ya de por sí traigo 3 gorritos de lana, dos cobertores de orejas y guantes nuevos. Me hice una lista de marcas  islandesas a ver si compro en línea, aunque después de este viaje, lo que sigue es un periodo de austeridad y ahorro.

Vi una fila gente muy joven en una panadería y pensé que venderían edibles. Cuando pasé de vuelta, ya no había molote y pregunté qué vendían. Resultaron ser unos rollos de canela y pastelería deliciosa, a punta de toneladas de mantequilla, pero riquísimo.

Siento que conocí lo que valía la pena conocer del centro de la ciudad y que me manejo bien, que ya finalmente me ubiqué. También me acostumbré al frío, porque me fui quitando capas conforme paseaba por toda la ciudad.

Fuimos a almorzar-cenar a una especie de mercado o Hall Food donde uno puede pedir diferentes tipos de comida.

Regresaré a CR gordita. No me he inyectado en todo el tiempo que estuve aquí y aunque llevaba toneladas de medicamentos para el estómago, nada me cayó mal.  Creo que he comido tanto porque todo me gusta y, sobre todo, porque no he sentido náuseas ni un solo día. El pan, el queso, la mantequilla, los chocolates.

Luego a empacar y dormir. El regreso sería un día de 32 horas, porque volamos devolviéndonos en el tiempo.

Y vos, ¿qué pensás?