Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Etapas

desde la isla de

Vengo oyendo a Diana Uribe hablando sobre los 50 años del golpe en Chile. Había evitado escuchar esos episodios.

Voy haciendo fact checking de lo que va diciendo y a la vez, recordando en la memoria las imágenes que evoca.

Canto, con el podcast y con Pablo, que yo pisaré las calles nuevamente, de lo que fue Santiago ensangrentada.

Recuerdo mis viajes a Chile, a sus pueblos y ciudades. La entrevista en TVN donde de imprudente le pregunté al periodista si ellos no sentían que se resbalaban en sangre cuando celebraban algo en el Estadio Nacional.

Pienso en mis suegros, cuando la embajadora de Chile en Colombia explica que el exilio no se escoge, simplemente te llega. En Pato. En el último viaje.

Veo hacia atrás y agradezco a Allende y a los chilenos su enorme ejemplo y lo que han significado en mi vida. Me siento orgullosa de la militancia de este corazón mío. Me alegra haber hecho lo que hice. Marchar con quienes marché. Visitar los lugares a los que fui. Escribir lo que sentí. Estar ahí.

Recuerdo la primera vez que me paré frente a La Moneda. Cuando visité el hoy estado Víctor Jara. Villa Grimaldi. En todo lo que vi. Tal vez algún día ya no les dirán alucinaciones y sabremos que mi alma viajó a través del tiempo y vio el dolor que quedó atrapado ahí.

Hoy escuché una historia feliz en 4 palabras: soy mi propio hogar.

Será la edad, pero empiezo a pensar que es cierto.

Y en el mío, entre muchas cosas, hay una bandera chilena, con su estrella hermosa, ondeando en el viento.


Gotitas de lluvia

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