Ya sé medir mis segundos con el cuerpo. Ya sé que cuando percibo las banderillas con el rabillo del ojo toca acelerar y no respirar porque quedan solo cinco metros.
Y de repente, ahí está la pared. Aun no sé exactamente a cuánto. Será de estirar la mano que va en el agua? será de una brazada más? será dejarme llevar por el impulso?
Cuántas veces oigo lo mismo: “Si hubieras estirado el brazo haces dos segundos menos” “Esa última brazada no era necesaria, solo estirarte”
Tal vez por eso, mientras lo pienso y sigo avanzando y me debato la mano que está en el agua trata de estirarse automáticamente sin saber si con eso basta para llegar o quedará aun así a centímetros. Doy la orden cerebral de detenerse y entonces la otra brazada está por entrar al agua.
Se me hace un corto circuito y cualquier plan que hubiera llevado desde que me tiré al agua “Hoy termino estirando y punto porque sé que llego” se va al carajo y ocurre lo que sea que el cuerpo decida y aunque haga buen tiempo, nunca quedo satisfecha.
Ya sé sentir los segundos con el cuerpo. Ahora tengo que aprender a sentir los centímetros.
Mañana intento de nuevo
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