El problema regresó, con fuerza. Lo que me dijeron el viernes y me calmó, resultó no ser cierto.
Ahora empieza el camino de apelaciones y argumentos.
Es cierto que hay un error mío, pero hay uno más grande del juez. Uno que es una injusticia y que no quiso reconocer. A esta conclusión llego en este momento, 24 horas después, de las que he dormido solo 3 horas y he pasado en un temblor casi 20.
Ni siquiera entiendo porqué estoy tranquila. Podría ser el cansancio o la resignación de que no hay nada más que dar la pelea.
El cliente no ha dicho nada, aunque le avisé. Por ratos pienso que lo mejor que podría pasar es que me pida la renuncia.
Han aparecido ángeles en el camino. Espero que me acompañen en lo que sigue.
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