Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Con otros ojos

desde la isla de

Es la tercera vez que viene, pero probablemente, la primera que recordará.

A veces me parece ver en él inicios de ansiedad: la preocupación de si el avión se iba a caer, si íbamos a encontrar el hotel, que dónde están los peluches con los que duerme. Fone 1, Fone 2, y Perri, que se lo había dado Dani.

Cuando aterrizamos, por primera vez topamos con dos Karens: gringos enormes, blancos que estaban jugando de policía moral, criticando porque nos paramos apenas aterrizamos. Veníamos en una línea low cost con asientos durísimos e incómodos. Pato preguntó porqué la usábamos y le dije la verdad: por barata.

Los gringos increparon a uno del grupo y yo le hice señas que los ignorara. Pero ellos siguieron hablando de la barbaridad, que nada ganábamos con adelantarnos, que igual había que llegar a un filón, que ellos eran locales y global entry para luego caer en lo evidente: un orgulloso texano de Dallas y el otro, citando versículos de la Bibilia que justificaban lo que estaban haciendo.

Al pasarles al frente los mandé para la mierda. Pero en alemán, que es un idioma que se queda corto en el sabor para el insulto. El tono era de vayan a ver quién los infla, par de hijueputas, si quieren aprender a hablar español empiecen por preguntar qué significa coma mierda. Lo que les dije fue Fuck you. Pero en alemán, insisto.

Pato observó todo eso y se volvió y me dijo: No quiero ir al estadio. Quiero quedarme contigo. No hubo nada que lo convenciera, ni siquiera la posibilidad de ver a Messi.

Pasamos rapidísimo por migración y aduanas. Pato se portó a la altura, haciendo caso, corriendo, sin separarse un segundo. Cuando hacíamos  el ratito de fila que nos tocó, donde le expliqué que los Karen del avión eran racistas, que la mierda no se toca, que a esa gente se le ignora y si se ponen locos llamamos a la policía, ocurrió esto:

-Mami, a dónde se va la gente de los Estados Unidos cuando tiene que irse del país?

-A ningún lado. Ellos no se van. Los demás quieren venir aquí.

-¿Por qué ellos no se van? ¿Aquí no hay golpes?

-No. Ellos son los que crean los golpes. Han invadido todos los países de América Latina excepto Costa Rica. Pato, ellos fueron los responsables del golpe en Chile…

Se volvió despacio a verme a los ojos. Los suyos llenos de dolor, decepción y sorpresa

-Entonces a qué venimos aquí, mami?

Así que una parte se fue al estadio donde no vieron nada y se empaparon, pero sacaron fotos muy lindas. Los demás fuimos a alquilar el carro donde me di cuenta que mi licencia justo se venció este mes. Y yo que pensaba que era eterna.

Llegamos por ellos y aquel estadio es una vergüenza para un latinoamericano que se imagina que Messi debería jugar en un escenario grandioso y no un estadio que parece el de la Liga con los pluses de ser gringo. En medio de un barrio oscuro, donde cobran $30 por el parqueo en media acera.

Eso sí, venden un choripán que nos comimos a un mordisco por cabeza que quisiera repetir. Y Patito se tomó fotos triunfales que recordará, espero, para siempre.

A comer y luego al hotel a dormir, deshidratándonos con el aire acondicionado.

Me quedo con su carita abrazada a su Perri, acercándolo a la ventana de la buseta en la que andamos, diciéndole “Cuéntale a Dani cómo es todo aquí”


Gotitas de lluvia

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