Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Reporte al Hogar

Ayer llegó el informe al hogar. Confieso que lo abrí sonriente esperando checks en áreas fuertes y sobresalientes. Confieso también que me decepcioné cuando bien que casi todo era promedio y en varias líneas “necesita ayuda”.

Primero le eché la culpa a la genética. No puedo esperar que salga igual a nosotros. Pero si creo que nurture rules over nature, entonces la culpa es mía. Pero también podría ser la culpa de las maestras. Tal vez no le pusieron suficiente atención. No puede ser que salga promedio en música o en natación. Acepto que hay que trabajar más los trazos del apresto, pero cómo un promedio en valores? En independencia? Qué estoy haciendo mal? Porqué no salió en todo perfecto? Y la culpa, oscura y densa.

En la noche, por algo que perdió, lloró a la hora de dormir y entre lágrimas me dijo que si perdía algo más tenía miedo de que tuviera que irse de la casa. No hubo nada que lo convenciera. Lloraba con el dolor del que teme el futuro.  Luego me dijo que quería irse a la casa de los que lo cuidaron antes de conocernos, porque ellos no lo trataban mal ni lo regañaban. Y siguió llorando.

Me rompe un poquito el corazón y recuerdo la cantidad de veces que alisté mi lonchera o mi bulto y las veces que en efecto me fui y el humillante regreso forzado ante la realidad de que no había nada que pudiera hacer con 2 jugos Kern’s, 3 meneitos y 2 galletas crema.

Lo abrazo, le hago cosquillas, le hago masajito, porque dice que le duelen las piernas del partido de fut de 15 minutos, porque dice que fue portero y que entre él y el mejor amigo hicieron un gol, pero también le cayeron todos encima y se torció un pie.

Cuando lo veo así, quisiera quitarle ese dolor, esas ideas, protegerlo, hacerlo sonreír de nuevo, que me crea que esta casa es de él y que nadie nunca lo va a echar de aquí.

Me repito que tengo que dejar ir, que no lo puedo cargar con mis expectativas, que él sea lo que él quiera, que sea luchador, sincero, noble, leal. Que las notas no importan. Que no es necesario que sea como yo. Que le irá mejor en la vida si su vida es otra.

Todo eso sí.

Pero ya le pregunté a las maestras cómo corregimos eso y ahora en vacaciones inicia el proceso de escuela militar de practicar caligrafía todos los días, yo a la par de él y de aumentar la cantidad de cosas a cargo de él. Disciplina se llama ese super poder.

Una gota de lluvia en “Reporte al Hogar”

  1. Gabriela dice:

    Un abrazo grandote a tu chiquitito. A trabajar juntos, aprendiendo y divirtiéndose en el camino. Pero siempre juntos, esa es la parte importante.
    🤗

Y vos, ¿qué pensás?