Hace meses le compré una camiseta de un perro- porque ahora tiene un pastor alemán que adora, aunque no lo reconoce. La camiseta trae un verso de Every breath you take, que en parejas humanas ahora es una versión tóxica y dependiente del amor pero que calza perfecto con esa devoción que solo un perrito puede ofrecer.
Le tiene las manos destrozadas a mordiscos. Lo acompaña todos los días a la oficina. Es un perro hermoso, callado, que no le gusta que lo alcen. El Patán le tiene entrenador personal y además, lo tiene sometido a un régimen de terror al que le dice Montessori Cubano. Si el perro no hace caso, se lleva un huevazo.
Le mandé el regalo en caja con lazo y un mensaje diciéndole que le mandamos un cariñito Pato y yo. Esto fue lo que contestó:
Hola, mas importante que mi cumpleaños es que estes bien mañana …te agradezco el cariñito, apenas llegue a la oficina lo veo.
sabes que no tenes que mandarme nada
Yo sé, pero lo hago porque me gusta y lo quiero y él ha estado muy pendiente de mi tratamiento. La vez que lo vi, que fuimos Pato y yo a conocer al perrito, me abrazó con lágrimas. Y yo me conmoví mucho.
Puta, el día que te vi, me quedé asombrado, entre el perro, el chiquito, el brete, no sé cómo hacés. No te lo pude ni decir, pero estás super bien.
La camiseta llegó antes que el cumpleaños:
-Feliz cumple al papucho! Nos mandás foto con la chema y con K!
–muchas gracias por estar pendiente….relájate y espero que sea leve un abrazo
No le cuenta a nadie cómo estoy. Fue de las primeras personas que llamé a contarle del cáncer y le pedí que no me soltara. Y no lo ha hecho.
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