Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

558 casos, 42 recuperados

desde la isla de

Pato es un espejo. Ya está más grande, entonces pocas veces jugamos a que yo soy el bebé y él es la mamá. Pero en estos días hemos vuelto a eso. Entonces me veo en los ojos de él. Me habla dulce, con calma, me dice que está ahí para mí, me acaricia, trata siempre de inventarme sorpresas, traerme cosas. A veces me dice “Tengo que trabajar y esto no te gusta” O me dice “Dame un ratito que necesito ver mi teléfono”. Es un pequeño reclamo, a su manera, diciéndome que paso demasiado tiempo pegado a cosas que no valen la pena.

Le puse unos videos de Frozen. Seguro algo había visto en el kinder y reconocía la frase de “libre soy”. Jugamos a que yo era Ana y él era Elsa. Discutimos porque él quiere ser Ana y Elsa y cantar Libre Soy y Si hacemos un muñeco. Pero habíamos quedado en que yo era Ana. Dice que ya no va a ser más mi amiga

Terminamos viendo Frozen 1, dos veces y él estaba maravillado, con la boquita abierta, con los ojos fijados en la tele. Y no es Olaf lo que le gusta. Son las princesas y canta feliz Libre Soy y trata de hacer los movimientos. Tenemos un hijo que quiere ser una princesa de Disney y eso no es ningún problema. Tiene esa libertad de jugar a ser niña o niño, de admirar a quien sea, de no tener esos límites.

No hice nada en todo el día, alargando las horas del baño, las horas del juego con Pato, las prácticas de la terapia de lenguaje. Vi la Casa de papel 4, casi toda. Y algunas frases me resuenan como eso de estar luchando contra algo que no se ve.

Los ánimos subieron con la conferencia de prensa. Volvimos a los números bajos: solo 19 nuevos casos. Y ya vamos por 42 recuperados. Hay 16 en San Pedro. En Chile, el mayor número de contagios está en Las Condes y en Puente Alto: los patrones contagiando a sus empleados. Estados Unidos ya lleva el record de más personas muertas. Es triste y macabro. 18 mil muertos. Y no se ve que vaya a parar pronto. Los que más mueren son los negros y los latinos y los más débiles y vulnerables.

Sigo con la apretazón en el pecho, como cuando uno se traga un confite que aun está muy grande y no se deshace. Me hace toser por ratos y me preocupa. Pero debe ser más bien una osteocondritis, de la misma tensión y estrés de estos días.

No hice nada, pero tampoco comí casi nada. No quiero decirle a Marce que paso el día con náuseas. Mientras hago el ejercicio de la mañana tengo que parar porque siendo que me vomito. Y ayer con más razón: cuando abrí la puerta del cuarto de Pato, el pulgar se me prensó en el picaporte y se llevó un pedazo. Me lo llevé a la boca y tragué sangre y eso siempre me da un poco de náuseas.

Sigo haciendo los ejercicios, pero sin ganas. Por rato siendo que no saco nada de esto, que no se compara con nadar dos horas, que no me aporta. Recién hace dos días empecé a suda un poquito en la bici, pero no siento en el cuerpo que haya hecho ejercicio.

Es lújubre la imagen del Papa hablándole a una Plaza San Pedro abandonada. Un jesuita, argentino, solo, Papa, en media pandemia, haciendo un Vía Crucis. Y después, vi la foto de él tirado en el piso, postrado ante la fuerza de lo que está pasando.

Una amiga pasó a dejarnos galletas. Se lo agradezco y era claro que ella quería quedarse hablando, pero yo no. Yo tenía esta urgencia inexplicable de meterme a la casa, de evitar cualquier contacto, cualquier riesgo, de meterme en la zona segura que es mi sofá. Hasta pude ser grosera con ella, me temo. No tengo buen control de lo que me pasa.

Tuvimos zoom de un grupo de la piscina. Solo don Frankk puede hacer parecer esto como si fueran vacaciones, un descanso merecido que nos permite recuperarnos de todo el esfuerzo que habíamos hecho, planeando tiempos pruebas, condiciones, para cuando volvamos. El estima tres semanas. Yo creo que los lugares públicos será hasta agosto.

Al final de la conversación, me di cuenta que estoy deprimida. Se me llenaron los ojos de lágrimas. No quise participar diciendo nada porque sabía que me ponía a llorar. Los demás hablaron de qué están haciendo, saliendo a correr, algunos nadando en la piscina del condominio. Yo me siento encerrada.

Y al final de la llamada, me puse a llorar. Me fui a mi cuarto a llorar. Pato se vino detrás de mí y me dijo que todos saben que no debemos llorar, que respirara hondo, que él me quería mucho. Mi bebé es un apoyo enorme. Y se nota que se preocupa mucho por mí. Cuando vio que me había lastimado el dedo salió soplado a llamar al papá.

Estoy harta de esto. Me hacen falta las pequeñas cosas. Me da miedo que la otra semana no haya trabajo. Me preocupa la gente que depende de mí, si podré seguir pagando esos salarios. Y mientas tengo todos esos pensamientos oscuros me tropiezo con un libro que compré por lástima y por ayudar: Poemas del Totem de Villa Grimaldi.

Yo estuve ahí y me metí en el Totem y en esas cajas más pequeñas que un closet donde hay que entrar gateando. Esto no es nada. Y hay que ponerlo en su justa dimensión.

En la noche Pato preguntó porqué no tiene pijamas de Frozen. Y me reclamó porque no me sé Libre Soy y él quería que le cantara eso para dormir.

Yo pude dormir, con ayuda, pero sin pesadillas. Tengo que dormir. Eso ayuda al sistema inmunitario.

Hoy anuncian nuevas medidas para la otra semana.


Gotitas de lluvia

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