Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

158 contagios, 2 muertes

Pato se orinó anoche. No sé si es el medicamento que tomó para la trancazón de nariz o es el efecto de todo esto. Y me desperté, lo cambié, lo pasé a la cama. Yo me vine para el sofá. Primero pensé que sería otro día larguísimo, de los que han empezado a las 3 am. Pero me quedé dormida y tuve sueños de ver nuestras sábanas colgando al sol, pero raídas, y con huecos. En el sueño pensaba que podía comprar otras pero inmediatamente me decía que aun no. Que ya vendría el momento, que eso no era importante. También soñé que la compu que tenía en el suelo, a la par del sofá, se dañaba, en el peor momento, y me preguntaba cómo o dónde podría conseguir otra en estos momentos.

Soñé además que iba caminando con Pato de la mano por Barrio México y pasábamos por la casa vieja de mi abuela, la que fue mía. El portón y la puerta estaban abiertos y yo recordaba de repente que tal vez ella estaba viva y que hacía tiempo no la visitaba. Le decía ilusionada a Pato que entráramos a conocerla. Y entramos, pero la casa estaba vacía, parecía un cuarto de hospital. Al fondo se veía una cama hospitalaria, y supe que ella estaba ahí, entubada. No quise verla. Nos fuimos, sin explicarle nada a Pato, solo le dije que me equivoqué, que ella ya no estaba.

Pato se vino a buscarme al sofá a decirme que ya era de día, pero no insistió más cuando le dije que se acostara en mi pancita. Si juego favorito es jugar a que es un bebé que está en mi pancita, a punto de nacer. Se mete en el doblez de la cobija y se mueve y hace ruiditos y me dice qué tengo que decir “Ahora tú dices qué será lo que tengo en mi pancita” “Ahora tú dices que crees que comiste muchito”. El también se quedó dormido un rato. Debe ser que ahí se siente seguro y eso me da consuelo.

Mi día empezó tarde, tarde, alterando la rutina. Alterné ejercicios con responder correos. Tengo que controlar el carácter y la paranoia cuando de la oficina me piden contestar los correos diferente. A veces quisiera decirles que lo hagan ellos. Pero también entiendo que quieren lo mejor y la verdad es una suerte aun seguir con mucho trabajo. Es tanto que creo que no he trabajado así en meses. Pero al menos es desde la casa.

Estaba subida en la bici cuando vi la noticia de la capacidad de transformar un respirador en 4 y hasta en 9. Me hizo llorar de alegría. Nosotros tenemos 488 respiradores y según los cálculos de mi amigo M, necesitamos 2500. Si esa multiplicación es posible, tendremos suficientes y la cantidad de muertos será mucho menor. Una noticia científica que me hizo llorar de alegría

Por ratos me pongo a pensar tonteras. Pienso, por supuesto, en la gente que está encerrada con su abusador o con gente a la que no quiere o soporta. Pienso con cierta amargura en los que están en mansiones con cancha propia, patios enormes y sobre todo, piscina propia, que es lo que más me arde. Pero también cómo está afectando esto a la gente que tenía amantes, no punces, sino gente a la que de verdad quieren y que no pueden ver y sin saber cuándo se volverán a ver. A los papás que quieren a sus hijos y por seguridad no los pueden visitar.  Pienso en los borrachos y los adictos y cómo esto los debe estar volviendo locos. Y no me alegro. Eso debe ser un infierno.

Ayer leí un texto de los muchos que me mandan que ya conocía: todos nos vamos a enfermar. Muy pocos nos vamos a complicar. El tema es cuándo. Tal vez sea el momento, pero esta vez sí caló. Creo que no tengo miedo a enfermarme. Ya no.

Tengo además el consuelo de mis ilusiones infantiles: que encuentren la cura pronto, que salga la vacuna. Me alegran pequeñas cosas como ver la noticia de ayudas que llegan de China.  Gaby dice que ella le apuesta al fortalecimiento del sistema inmunológico. Me hace sonreír porque ella siempre confía más en la naturaleza, ama las matas, sembrarlas, cuidarlas, sentarse entre ellas. Se cura la gripe con agua y le funciona. Yo soy más de medicina de hombre blanco.

He leído que en estos encierros la carga de las mujeres aumenta y así es. Es cierto que pienso que el trabajo de Marce es más importante en estos momentos, porque su ingreso es seguro y mucho mayor que el mío. Y yo, aunque tengo mucho trabajo, no tengo la certeza de que me lo vayan a pagar. Pero Pato necesita atención. Le mandan videítos del kinder, tiene una pequeña clase on line de terapia de lenguaje, hay que practicar con él pronunciar la L, hay que llevarlo al parque. Y por ratos pienso y siento que esto recae en mí. No porque yo lo asuma así, o tal vez sí, porque lo siento natural.

Me cuesta concentrarme para leer. Veo programas tontos en la tele, como Love in blind, donde los gringos me parecen vacíos y ridículos y egoístas, ajenos a lo que vive todo el mundo. Las noticias de lo que está pasando en NY, los trenes larguísimos con carros armados, la entrada de la guarda nacional en Chicago, NY y LA me parece irreal. Es como estar viendo the Handmaid’s Tale o The man in Hightower. Las imágenes son muy familiares y asustan.

Me marean los números, las gráficas, no las entiendo. No sé si vale la pena seguirlas si todos nos vamos a enfermar. Pero tal vez sí para ir midiendo la capacidad hospitalaria.

Eso es como un cáncer colectivo, siento yo, sobre todo para los que sobrevivan. Perder el miedo, mandar cosas a la mierda, reacomodar prioridades, sobre todo para los que puedan darse ese lujo. Ahora en cierta forma tiene sentido lo que hemos pasado malo en la vida, las situaciones duras: nos prepararon para esto.

Ayer pude salir a la farmacia y al super. En la noche le puse pañales a Pato y los aceptó feliz. Es claro que está haciendo pequeñas regresiones y lo entiendo y me enternece y quiero acompañarlo. En las noches  lo oigo hablando incómodo, y me pregunto si tendrá pesadillas. Le he preguntado, pero no entiende aun el concepto de un sueño.

Mi hermana mi dijo que mi padrastro insiste en salir a caminar todos los días. Y que mi mamá ayer salió a las 6 de la mañana a darle una vuelta a la cuadra porque ya se estaba volviendo loca. No sé si es que no entienden o si simplemente, de verdad aceptan que su vida ya fue y que morirse no debe ser algo tan malo.

Ayer me empezó a doler una muela. A veces me pasa por un tiempo y se me quita. Por si acaso, estoy buscando al dentista, pero aun no me contesta.

Y vos, ¿qué pensás?