Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

La muerte fingida

Hace mucho no soñaba con mi papá. Este sueño fue igual a muchos otros, pero diferente.

El estaba vivo. Y yo me enteraba por uno de mis medios hermanos, que por alguna razón me hablaba y me contaba como si yo no supiera. Me decía que había fingido la muerte, que todos estos años había vivido en Honduras y que quería volver a conectarse conmigo.

Oír eso me dolía y me enojaba. A la vez quería verlo, pero no con emoción. Con dolor, con resentimiento.
Me daban el número de teléfono de él y lo llamaba,. justo cuando me entraba una solicitud de amistad de él en Facebook. Y sí, era él. Me decía que estaba vivo, que llevaba años queriendo contactarme pero que no se había atrevido.

Ahí sentí cómo me explotaba el corazón de rabia y resentimiento.

Vos fingiste tu muerte? No sabés lo que eso significó para mí, para todos, para que ahora me salgás con que querés restablecer contacto conmigo como si nada hubiera pasado?
Sabés lo que sufrió mi abuela, pensando que te morías e los brazos de ella? Ella se murió tranquila pensando que se reencontraba con vos. Y mi mamá? El desamparo, la angustia…

Y el día que te enterraron, qué estabas haciendo? muerto de risa, escondido en alguna parte? para qué nos engañaste a todos? cómo lo hiciste?

– Pero mucha gente sabía que yo estaba vivo.

Pero yo no. Sabías que tu hermano, TU HERMANO, me tocaba y casi me viola? Que tuve un padrastro que nunca me quiso y que me trataba mal? Sabés que mi mamá se tuvo que echar encima ella sola toda mi educación, pagarla sola? Sabés lo que pasamos?
Nadie me dijo que estabas vivo. Nadie. Tus otros hijos no me hablan. Tus amigos siempre me trataron con la lástima de los huérfanos. Cómo fingiste morirte? Porqué en esa fecha? Había otra mujer verdad?
No podías ser lo suficientemente hombre para decir hasta aquí? Tenías que salir huyendo como un cobarde?
– Yo ahora quiero que retomemos y ser tu papá
Ha pasado toda una vida. Más de cuarenta años. Más de cuarenta años y yo de estúpida extrañándote, idealizándote, pensándote, pidiendo guía y protección en los momentos más difíciles. Cada 6 de setiembre sintiéndome como una mierda y con aquel vacío y otra vez el dolor y la sensación de que me arrancaron algo. 40 años de defender tu foto como una patria personal. Y vos, vivo, haciendo tu vida, sin dedicar un segundo a pensar en mí.
– Ya estoy viejo. Quiero conocer a Pato. Ser abuelo.
Primero muerta. Si fuiste capaz de hacerme esto a mí no te quiero cerca de mi hijo. Si no te importó el dolor de todos, no te importa nada ni nadie.

– Vení a verme. O yo voy. Y nos vemos. Tengo tantas ganas de verte.
No. No te necesito. Yo hice mi vida sin vos y no necesito papá. Olvidate que existo, de por sí ya tenés práctica y sabés cómo hacerlo.

Muy dramático todo. El con calma, sonriente. El papá que yo recuerdo, pero con canas y anteojos. Amable, tratando de lograr un arreglo, comprensivo. Y yo.

Yo he pasado todo el día pensando en el sueño y cuando conté un pedacito, sentí cómo me empezaron a salir las lágrimas.

Y vos, ¿qué pensás?