Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Destellos

desde la isla de

Anteayer tuve la certeza que podía salirme de la presa, ir a Barrio México, a la casa de mi abuela, abrir con mis llaves y decirle nada más que venía a almorzar. Casi la pude ver recibiéndome en la puerta.

Anoche soñé con el abrazo de ese muchacho, que por ningún motivo y con todo en contra, siempre me hizo sentir querida, acompañada, segura por el breve momento que duraba.


Gotitas de lluvia

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *