Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Pato aventuras

La ansiedad. La maternidad es como un ataque de ansiedad constante. Se me olvidan las fechas, y las cosas que sé hace muchos años.  A diario descubro cómo disminuyen las capacidades, los tiempos, las disponibilidades.. Cada salida con Pato es una operación logística, de alistarle el bulto, con babero, ropa completa de cambio, un juguete, algo de comer, un jugo y mis cosas. Montarlo al carro, amarrarlo y salir, siempre con la zozobra de que algo dejé olvidado.  Usualmente, lo dejo.

En algún lado leí que era una labor que iba a requerir lo mejor de mi capacidad de administración y organización. Trato de pensar en esto como una mega licitación a largo plazo, solo que aquí no tengo conocimiento acumulado: todos los días sale un conejo del sombrero.

La comida.  Si hay que escoger entre que coma Pato o que coma yo, come Pato y usualmente yo quedo sin ganas. Como a deshoras y mal. Si soy yo la que está comiendo, tan celosa y egoísta que he sido siempre con mi comida, Pato se acerca contento, no a pedir, no. A esperar su parte. El tiene la certeza y la naturalidad de que todo se comparte. Nos comemos todo a medias.

Lo que no se dice. Nadie te advierte que la maternidad despierta fantasmas de cosas que ya dabas por superadas.  Cada vez que le digo a Pato que no, que siento que pierdo la paciencia o que lo voy a matar, soy mi mamá, esa, a la que prometí no parecerme nunca. Y, a la vez, siento otra vez la sensación de rechazo y confusión de que le estorbaba a ella. Me llueven los recuerdos sin invocarlos: mis tíos alzan a Pato y yo lo recuerdo a él dándole fajazos a mi primo porque le fue mal en inglés. Levanto los brazos para saludar a Pato al llegar a la casa y veo a mi papá haciendo lo mismo conmigo. Cada imagen trae una sensación; cada sensación, mucha angustia.  Se deshacen cuando les digo “Los fantasmas solo vuelven para irse”

Lo que se pierde.  Por muchas razones pasé toda la infancia y la adolescencia tratando de calzar, de pertenecer, para no sentirme ajena. Me mimetizaba al máximo, anulándome. Me llevó años atreverme a tratar de ser yo porque siempre ha sido más fácil ser otra y siguen habiendo cosas que guardo solo para mí. Ahora todo se hace por Pato, para Pato y otra vez yo me desvanezco. Me aferro a la poquita identidad que he ido construyendo. No quiero dejar de ser yo pero tampoco resentirle esto a Pato.

Corrupta. Llevo a Pato al banco y descubro los beneficios corruptos de la maternidad: puedo usar espacios de parqueo para discapacitados. Hay fila especial para mí. Ahora, gracias a Pato, soy prioritaria.

Fuser. Hoy cumple Fusi un año de haberse ido.  A veces, pienso que dejó el campo preparado para lo que vendría. Pato llegó a la casa el día del cumpleaños de mi perrito. Ahora, cuando me hace mucha falta, prefiero pensarlo como  el ángel de la guarda de Pato, con alitas de cartón blanco amarradas con masking tape y un cordoncito, siguiéndolo con paciencia franciscana por todo lado, porque sé que así habría sido.  Salgo al jardín y veo los lirios que florecieron cuando Fusi se fue. Lloro y siento las manos gorditas haciéndome cariño en la cara, un besito para sentirme mejor.

Los grupos de mamás. Lo mío con esos grupos de Facebook es masoquismo puro. No soporto que se refieran a sí mismas como mamitas, que se automediquen, que cuenten su privacidad a un montón de extrañas, que vendan ropa usada que bien podrían regalar a gente que la necesita, que pregunten huevonadas que podrían googlear, que glorifiquen una maternidad de sacrificio sin fin,  una maternidad machista. Me las imagino a todas como mujeres adultas que hablan chineado. “Dónde hay una actividad de Easter, kid-friendly, bonita, con Conejo, canastas y huevos de pascua?” Y yo me amarro los dedos para no responderle “At the White House, bia-tch!”. Pero ni las bloqueo ni me salgo.

La música. Pato baila sin pena cuando oye desde música clásica hasta Tu-Pac, frente a cualquier persona. Pone la misma canción en loop hasta que pasa un abejón y se le olvida. A veces canta aunque no se le entiende lo que dice. Ayer pusimos en you tube las canciones de cuando yo estaba en el cole y bailamos felices por la sala, cantando a todo galillo lo que pasa cuando calienta el sol y si no supiste amar.

2 gotas de lluvia en “Pato aventuras”

  1. MN dice:

    Felicidades por la enorme y profunda experiencia, vos das el rumbo, a tu identidad maternal o madre, tu das el cambio a lo vivido y heredado por tu voluntad fuerte, lo mejor de todo, es que tenés el poder de empoderarte de ese nuevo papel, porque tenés las capacidades, habilidades, sinceridad y sabiduría. El empoderamiento se hace al andar.

  2. Gabriela dice:

    Felizmente, te atreviste a ser tú.

Y vos, ¿qué pensás?