Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

La peor de todas

Una sabe que no sirve para mamá cuando amanecés picado por los zancudos, llorás cuando te cambio porque estás todo quemadito, escupís el desayuno porque está muy caliente o muy salado, pegás gritos cuando trato de bañarte en la ducha, te tropezás a cada rato y cuando finalmente estás durmiendo la siesta, te despertás de golpe, literalmente, porque nadie te puso una almohada en la orilla y al dar la vuelta, fuiste a dar al piso de sopetón.

Eso y las expectativas que se caen: Lloraste con los flotadores y a gritos cuando entramos a la piscina. No te gustan las aceitunas ni las cerezas. Solo un día pudimos seguir la regla de leer antes de dormir porque peléas para controlar vos el libro y la motora fina no te da para pasar las páginas. No siempre hacés caso, no sé si al propio o por un tema de maduración del cerebro o simplemente por retarme. No pasás recto toda la noche.

Solía tener tiempo para todo. Ahora se me pasa el día entre sillita de comer, chucharita para darte de comer, el babero, el jugo, la siesta y muchos, muchos pañales. Solía vestirme para ir a trabajar. Ahora ando en piyama todo el día, con camisa sin mangas y el pelo amarrado en una cola. No paro de sudar. No paro de correr. Pero no he vuelto a ir a nadar. No he vuelto a leer. No he vuelto a tener tiempo para mí, ni siquiera para comer y cuando como, vos querés de lo mío aunque vos estés comiendo lo mismo.

Tengo la cintura partida y me duele cada vez que me agacho o que te alzo, que es muchas veces al día. Estoy aun más gorda a pesar de todo el corre-corre. Me maquillo si tengo que salir para disimular las ojeras. No recuerdo la última vez que me puse aretes. Me despierto pensando que no puede ser porque recién me acosté. He perdido el asco y le pongo la mano o el cuerpo a todos tus fluidos del cuerpo, a la comida medio masticada, a la baba del dientito que viene saliendo.Me frustra ver cómo preferís las cajas vacías a tus juguetes.  Que te encanta tirar los libros al piso, sacar todas las toallitas húmedas, esconderte en la despensa hasta vaciarla,  colarte en la cocina como gran hazaña. Una y otra y otra vez. Cada una como si todo fuera nuevo. Por eso también te digo Trifulco. Triful, de cariño.

Hay que poner los celulares, la laptop, los controles y cualquier cosa que te podás amarrar al cuello, en alto. Perdí mi casa, porque hubo que guardar todos los adornos y ahora parece un campo de batalla de un kínder a cargo de un niño terremoto. Con vos, no hay orden que dure 3 minutos. Siento que Pocoyo me mata una neurona por episodio. Mis lecturas parecen estar destinadas a qué opina Big Bird de cualquier tema.  Y siento culpa cuando salgo a algo de trabajo y me doy cuenta, que tal vez por cinco minutos, no recordé que estabas en la casa, no te tenía presente, volví por un momento al pasado, a la vida sin vos.

No hay día que no piense, con admiración, en las mamás solteras. En las adolescentes. En mujeres como Mimí, que con un bebé encajado en la cadera hacía todas las cosas de la casa sin quejarse una sola vez. En las que han pasado por una guerra o han huído de una con sus hijos en brazos. Hasta entiendo a mi propia mamá, la vez que dijo aquello tan doloroso “Yo no quería llegar nunca a la casa de solo pensar en el ruido de cuatro chiquillos diciendo mami, mami, mami. Me aturdían”.

Antes creía que la maternidad estaba sobrevalorada. Ahora pienso que más bien no se le da el lugar que merece y que esta experiencia se redescubre cada vez que alguien tiene un hijo, pero que no hay conocimiento acumulado, a pesar de todo el avance, para prepararte para todo esto. Yo sé que sos mío porque lo sos. Punto. Hasta se me olvida que no fui yo la que te parió. Estás incorporado en mis sueños, donde te defiendo de lo que sea y hago lo necesario para protegerte a vos. Hay una eternidad nueva que empezó el día que te tuve en brazos.

Hay días en que vuelvo a mi mantra de infancia. Eso no puede ser para siempre. Me aferro a un futuro que sí o sí, tendrá que venir. Y a la vez, quisiera detener el tiempo en esos momentos en que bailás con la música, cuando hablás tus enredos a gorgoritos, cuando asumís la actitud chineada, cuando me ponés la cabecita en el hombro, tu fascinación cuando ves hormigas, tu emoción con los comemaíz y las palomas,  como agitás las piernitas cuando te sentás en la grada de la puerta.

Todo ha sido muy difícil y muy cansado. Tal vez lo más duro de todo es la lucha contra esos pensamientos que son como puntos negros que salen de las rendijas de la mente para irse agrupando en una sola masa monstruosa, cada vez más grande. Esos pensamientos que son ajenos, los mandatos de cómo se supone que es una mamá. Esa masa que va cantando cada vez más fuerte. Es un solo coro ajeno y punzante: Lo estás haciendo mal. Lo vas a traumar. No servís para esto, Estás muy vieja. Así no. Ves que perdés la paciencia? Devolvelo. Vos no podés con todo ni vas a poder nunca. Y esto apenas empieza. Lloro, esta vez de impotencia.

Poco a poco, una se va a acostumbrando porque así somos los seres humanos: nos adaptamos a todo. Tal vez cuando un hijo llega en este momento en la vida, es como si fuera el menor de varios, al que todo se le permite. ¿Qué te acabo de vestir y te ensuciaste? Se quita y quedás en pañal todo el día. Si además hace calor, sin medias, descalzo. ¿Que le metés la mano a la comida? Dale, comé con la mano. ¿Que dejás caer las galletas al piso para tomar jugo y luego las recogés y a la boca? Perfecto. Eso te crea defensas. ¿Que comés tierra? No te vas a morir por eso. ¿Qué no encuentro medias? Te ponemos las de ayer que medio disimulan.

Ayer llamaron de tu hogar de acogimiento. Vi el número de teléfono y me costó reconocerlo. Cuando lo hice, decidí conscientemente no responder. Me sentí como Norma Aleandro en La Historia Oficial. Egoísta y defensiva. Y otra vez, la culpa, como si me hubiera apropiado de un niño que fue de otra familia y ahora es de la mía. ¿Qué les iba a decir? Si les decía la verdad, que no extrañás, que estás bien, que estás contento, que nada te hace falta, que ya no jugás con esos juguetes que traías; les rompería el corazón. Si les miento, sentiría que se me rompe el mío. Yo entiendo que les hagás falta porque yo ya no creo poder vivir sin vos. Pero vos ya tenés las cosas claras. Lo sé porque cuando  te despertás en la mañana, siempre es con una sonrisa, me tirás los brazos y me decís: Mamá

8 gotas de lluvia en “La peor de todas”

  1. PaoMata dice:

    Sos mamá… todo eso que te pasa es lo que le pasa a todas las mamás del mundo! El agotamiento, las ganas de salir corriendo, la culpa por «no hacer las cosas bien», el o saber qué hacer… eso es ser mamá! Y lo estás haciendo bien: porque sos su mamá, y solo vos sabes que es lo que Patito necesita. No dejes que te llenen la cabeza (ni siquiera vos misma)! Lo estás haciendo perfectamente!

  2. Pao Castillo dice:

    Al ser las 9 20 de la noche termino de leer mi vida. Y cuándo uno se convierte en mamá todo cambia… Pero es importante recordarte que lo haces muy bien, y que la vida se re-descubre cada día.Y aunque algunas veces se diga no puedo hacerlo recuerde no somos perfectos. Lo más importante es que todo se olvida con tan solo una hermosa sonrisa unos ojos juguetones un abrazo o un te amo. Bellísimo lo que escribió.

  3. Amparo dice:

    Ale querida…, que montaña rusa de sentimientos…, igual fue mi experiencia…, intenso en lo hermoso y en lo duro… Después de los primeros dos o tres meses todo empezó a ser manejable, incluyendo mi autoestima y mi rutina… Muchísimos cariños a los tres !

  4. Catalina Peña dice:

    Bueno, dice el Dr Carlos González que por dicha los niños no vienen con libro de instrucciones porque es capaz que le hacen más caso al libro que al niño.

    Ser mamá es más complicado de lo que pensamos, nos venden una maternidad tipo pinterest o instagram, una maternidad de redes sociales donde todo mundo está arreglado, casa ordenada, mil manualidades , mil recetas con los niños, mil juegos, todo mundo sonriente—- pero hay otra parte , esa otra parte, de la que vos hablás acá, muy poca gente tiene el valor de exponerla, porque no querés sentirte mala madre, y bueno, es que no sos mala madre, sos una mamá normal, vulnerable, aprendiendo a crecer junto con tu Triful , haciendo camino al andar.

    Un gran abrazo solidario para vos, y el deseo de que te rodeen mujeres solidarias, amorosas, que de escuchen sin juzgarte y te den contención cada vez que sea necesario, Muchos ánimos!

  5. Pao Cas dice:

    Hay días en que vuelvo a mi mantra de infancia. Eso no puede ser para siempre. Me aferro a un futuro que sí o sí, tendrá que venir. Y a la vez, quisiera detener el tiempo en esos momentos en que bailás con la música, cuando hablás tus enredos a gorgoritos, cuando asumís la actitud chineada, cuando me ponés la cabecita en el hombro, tu fascinación cuando ves hormigas, tu emoción con los comemaíz y las palomas, como agitás las piernitas cuando te sentás en la grada de la puerta.

    Todo ha sido muy difícil y muy cansado. Tal vez lo más duro de todo es la lucha contra esos pensamientos que son como puntos negros que salen de las rendijas de la mente para irse agrupando en una sola masa monstruosa, cada vez más grande. Esos pensamientos que son ajenos, los mandatos de cómo se supone que es una mamá. Esa masa que va cantando cada vez más fuerte. Es un solo coro ajeno y punzante: Lo estás haciendo mal. Lo vas a traumar. No servís para esto, Estás muy vieja. Así no. Ves que perdés la paciencia? Devolvelo. Vos no podés con todo ni vas a poder nunca. Y esto apenas empieza. Lloro, esta vez de impotencia. Así es mi vida, hoy termino de re-leer nuevamente esta linda historia, que has escrito, que has compartido, y que debo decirte no estás sola; somos muchas como vos que luchamos día a dí con esos puntos negros que salen de la mente, pero lo estás haciendo bien, solo debo decirte que todo se olvida cuando lo mirás sonreir, cuando descubre todo, cuando grita y corre y te abraza y te mamá. Sos muy valiente. Sigue adelante y aprovecha cada instante porque crecen y muy rápido, y una se queda con la sensación de en que momento creció. Mi palabra favorita es apapachelo mucho y digale siempre que lo ama.

  6. Sophia dice:

    Gracias por poner en palabras mi diario vivir

  7. Eli F. dice:

    Ale, vos no te hiciste valiente por ser mamá, vos te hiciste mamá porque sos muy valiente. Sos una héroe. Mi admiración no hace más que crecer y crecer.

  8. Sirena dice:

    No sé cómo no se me ocurrió venir a leer aquí, donde estaban todas las respuestas a las preguntas que pensaba hacerte cuando te viera.
    Sigo leyendo, emocionada y llena de amor.

Y vos, ¿qué pensás?