Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Coope Tortilla

Paramos en Coope Tortilla, porque ando desesperada por comer rosquillas. El lugar se ve igual desde que me acuerdo: un galerón enorme, a punto de caerse, con mesas y bancas de madera al frente.  Es de correte y pásame el chile.

La altura y la pinta de turista gringa, me permiten entrar impune hasta la cocina, donde descaradamente tomo fotos del fogón y de lo que cocinan, igual que otros machos metiches extranjeros.

Pregunto muy decente por rosquillas y me responden que cuántas tortillas quiero. Como en el fondo somos paisanas, nos entendemos a gritos y me explican que  no han hecho rosquillas, que hacen hasta la otra semana. No voy a pretender yo que me las hubieran guardado o que las hubieran hecho solo porque viene esta guapura al pueblo. Ante la oferta reducida, esta cartaguita desubicada pide diez tortillas. Me dicen que salen apenas tres. Yo acepto son dar guerra, y me siento a esperar en el banco de madera de la cocina, con todo el mundo.

Ellas se ponen a palmear y echan al comal esta tortilla enorme de maíz amarillo que poco a poco se infla. Por eso se reían cuando pedí 10. No son Tortirricas.

Me aguanto la pesadez del calor porque quiero estirar el momento. Yo ya había estado aquí, pero no me preparé  o me acordaba tan claramente. Estas señoras, con sus brazos morenos, sus manos grandes, sus piernas fuertes, sus chanclas, sus pelos recogidos en moño, su delantal. Todas ellas son Mimí. La forma en la que se ríen, la forma en que se hablan entre ellas. Una le dice a la otra “Hermana” con la misma cadencia que usaba mi abuela y yo siento ganas locas de pegar la cara a uno de sus delantales y guardar para siempre dentro de mí, el olor de mi infancia.

De repente a todo contesto igual. “Tres tortillas está bien?”  – Sí señora  “Te pongo cuajada?”– Sí señora  “Esta pequeña?” – Sí señora “Te lo meto en bolsa?” – Sí señora “Llevalo con cuidado y abierto para que no se te pongan suaves, dejá que te las acomodo, no te las comás frías, cuidado te quemás… “ – Sí señora

Tortillas en mano, me voy pensando lo cómoda que me siento con ellas, lo mucho que quisiera quedarme a almorzar aun sabiendo que si como aquí, me va a caer todo mal y me va a dar diarrea. En el fondo, no me extraña, porque si escarbara un poco más al norte, sé que ahí están mis raíces y que el ombligo de mi identidad quedó por aquí cerca.

Debería venir con más frecuencia, aunque sea solo para que me ubiquen, me regañen, me sonrían y me manden para la casa con comida recién hecha.

2 gotas de lluvia en “Coope Tortilla”

  1. Anchas Alamedas » Blog Archive » “Restricted access”, my ass dice:

    […] Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. « Coope Tortilla […]

  2. Gabriela dice:

    Y te manden desde casa con comida recién hecha de nuevo… a casa.
    Esos olores de infancia, ¿no? Cuánto diera por hacerlos permanentes.

Y vos, ¿qué pensás?