Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Agradecimiento público a un Banco

Quisiera, por este medio, hacerles llegar las muestras de mi más sentido aprecio y agradecimiento por la experiencia inigualable que viví ayer en su sucursal de San Pedro.

Los seres humanos y en particular las mujeres, tenemos la capacidad de experimentar diversos tipos de orgasmo. En mi caso particular, por ejemplo, derivados de la comida, conocidos en english como foodgasms. O de las medicinas poist cirugía, que era lo que se inyectaba el Michael Jackson. También de los otros, que se producen como Dios manda. O como dice el Observatorio Ciudadano por la Vida y por la Familia que Dios Manda. Eso sí, sin fines reproductivos. Pero igual se goza. Tal vez los del Observatorio deberían intentarlo de vez en cuando. Por algo decía Wilhelm Reich que la salud mental de una persona se puede medir por su capacidad orgásmica. Calcule usted los beneficios.  Por algo lo encerró la CIA. Eso de que también lo mataron son puros chismes.

Pero volvamos, por favor, a la sucursal de San Pedro, donde gracias a la intervención de sus funcionarios, experimenté un orgasmo académico; una situación única de iluminación del conocimiento, donde me llevaron hasta la frontera de la legislación local; algo que cualquier abogado con antecedentes de nerd disfruta intensamente y, ante todo, agradece humildemente.

La preparación es envidiable: una hora y media sentada en una silla confortable, en una sala oscura, con el aire acondicionado confortablemente a temperatura adecuada para un pingüino. Sin derecho a celular, I Pad o cualquier aparato que haya salido al mercado después de 1975. Un silencio absoluto. Un hombre que patrulla los pasillos parloteando por un teléfono igual a esos prohibidos. Una ficha  que indica que faltan 100 personas para que me atiendan. Un silencio tétrico y resignado.

A falta de anteojos oscuros- que también son prohibidos- tanto tiempo compartido con extraños me hace sentirlos compañeros de tragedia y si uno maldurmió la noche anterior, como era mi caso, aprovecha para cerrar un ojito, arrullado por la campanilla que marca el avance de los números en alegre desorden y sin sentido lógico matemático.

Hasta hay entretenimiento programado. A mí me tocaron dos: el del muchacho que trató defenderse diciendo que estaba oyendo música y no usando el teléfono, solo para que el patrullero le dijera que le repitiera eso a un supervisor. Luego, el muchacho, visiblemente ofuscado le pregunta si el problema será por ser él negro, condición de por sí evidente. Y el patrullero, con aquella sonrisa macabra, ni siquiera le responde. Y el otro, el gordito que se envolvió la cabeza en la sueta, como una capucha, para dormir a gusto. El patrullero lo fue a despertar diciéndole que el descanso estaba prohibido. El cliente alegó que sin la sueta, se le enfriaban las orejitas. Perdió la discusión, por supuesto.

Es como un spa, pero financiero.

Su banco, señores míos, tiene además, sin duda alguna, el esquema alemán. El esquema de un sádico masoquista alemán, que tanto me recuerda a las oficinas de migración en ese país. ¡Los felicito!

Me encontré un tiquetito que alguien dejó botado y me adelantó como 30 números. Esta fue la frase que me abrió la puerta a una nueva dimensión del conocimiento:

“Buenas. Vea. Este cheque está a nombre de una sociedad, que es mía y yo soy la apoderada y única dueña de las acciones. Esta es la personería, emitida por el registro. Me lo cambia y me lo dan dólares por favor”.

Ponga cuidado, porque hay muchísimos avances que yo ignoraba y que, gracias a ustedes, ahora engrosan el arsenal de mis conocimientos para hacer de mí una mejor profesional y persona. Yo no sabía que:

  1. El endoso, como forma de traslado de títulos valores, se había derogado. Resulta que es imposible endosar un cheque emitido a nombre de una sociedad. Ergo, tampoco se puede depositar en otra cuenta que no esté a nombre de la sociedad. Solo se puede cambiar en el banco emisor y solo lo puede cambiar el apoderado. Porque, por supuesto, el apoderado no tiene nada mejor que hacer que irse a sentar hora y media en el Banco.

  1. Las personerías jurídicas emitidas por un notario perdieron efecto legal. Solo las que emite el registro. Porque, por supuesto, para cambiar un cheque el apoderado tiene que usar uno de los días de vacaciones producto del cráter, para ir a hacer dos horas fila al registro y después al Banco. Imaginate.
  1. Hay límites en la cantidad de dólares a comprar. Me informaron, alegremente, que como no soy cliente del banco, no me venden más de 2 000 dólares, la razón: disposiciones bancarias. Salados ustedes, porque se perdieron los 12 colones de comisión por dólar que me cobran en el intercambio.
  1. Cuando reclamé por el punto c, alegando que la compra de dólares es una transacción lícita que no está sujeta a limitaciones, me informaron que el Banco no me estaba negando el servicio, que prueba de eso era que me hacían la caridad de cambiarme el cheque. O sea, esta malagradecida (yo), en carreta y encima llorando.
  1. Yo tampoco sabía que un Banco del Estado, financiado con mis impuestos, podía negarme servicios. Jamás se me hubiera ocurrido que eso era opcional. Gracias por aclararlo.
  1. Un cheque, en mis tiempos, era dinero en efectivo. Ahora es una cruz. Hay que ofrecérsela al Espíritu Santo.
  1. Las disposiciones internas de un banco están por encima de una ley de la República, como es el Código de Comercio, redactado por hombres brillantes que cambiaron y modernizaron la forma de hacer negocios. ¡Ya me imagino su reacción, si estuvieran vivos, de observar tanto adelanto!

O sea, nuestro sistema jurídico comercial, está totalmente revolucionado. To-tal-men-te. Como le dije a la cajera, me interesa muchísimo, porque así soy yo, me entotoroto con las masturbaciones académicas, que me vendan una copia del Código de Comercio que aplican en el Banco o por lo menos me soplen el número de Gaceta donde se publicaron todos esos cambios. Hasta pago por verlo. ¿No ven que con eso mejoramos todos? Como dice el Comandante en Jefe: Cultos para ser Libres.

De salida, le informé al patrullero que tenía un numerito, que por favor se lo diera a alguna de las pobres víctimas que acaba de entrar y le tocaban dos horas de espera. Me dijo que era imposible, porque los papelitos registran el número de cédula, precisamente para prevenir actos de compasión como el mío o colados.

A como es este país de envidiosos, estoy segura que otros bancos se merecen los mismos honores y aplican las mismas cosillas o algo más elaborado. Pero salados los demás, que de fijo son miserables copionetas y no innovadores. Lo mío fue con ustedes y por eso hablo con toda la propiedad del caso.

Para concluir, permitánmen decirles que su slogan comercial, “… más cerca”, es absolutamente certero. Lo dejan a uno a dos latidos de algo. Se me ocurre un aneurisma cerebral, por ejemplo.

De ustedes, su segura y agradecida servidora, cliente de la competencia y considerando seriamente volver al sistema de todo bajo el colchón;

Sole.

5 gotas de lluvia en “Agradecimiento público a un Banco”

  1. Dean CóRnito dice:

    Ay Sole, Sole. El problema es que vos sos demasiado decente. Este era un trabajo para Dean CóRnito, que hubiera madreado a medio mundo y de paso hubiera exigido una audiencia con el mismísimo Fernando Naranjo para pegarle una buena «putiada»

  2. solentiname dice:

    No sería más bien con Alfredo Volio?

  3. Dean CóRnito dice:

    Uno es el Gerente, el otro el Presidente de la JD. Yo empezaría la gritadera en la gerencia, supuesta responsable operacional y del día a día. Pero ya que vos tenés acceso al Pdte., be my guest 🙂

  4. furia dice:

    Conozco la obra. Pero mejor no entro en detalles. No quiero quedar «más cerca» de un infarto al miocardio del chichón 🙂

  5. Beto dice:

    Por esas vueltas de la vida ahora la fuente de mi sustento yace en un banco gringo, y cuando he tenido que hacer trámites en persona ahí y notas que nadie te trata como criminal por usar tu celular o tablet, o incluso por entrar con mascotas (en California, al menos), uno se siente todo raro. Y cuando uno se pregunta ¿y por qué? ahí es donde le va cayendo a uno el cuatro.

    Nos están acostumbrando a comer mierda como si fuera lo más normal del mundo. Y no nos damos cuenta.

    Yo es que con el banco en cuestión hace años que no tengo ni quiero nada. Tan solo utilizar su sitio web es de por sí conductivo a instintos suicidas. Mejor dejémoslo así.

Y vos, ¿qué pensás?