Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Au revoir, mon cherie

desde la isla de

La noche anterior nos perdimos al salir del metro y dimos muchas vueltas, sin reconocer nada en la oscuridad, por calles que de haber sido en otro país, serían boleto directo al otro lado. Nos ayudaron en un barcito esquinero, con todo el ambiente y la actitud de un grupo de mafioso a lo Soprano, pero todo en francés.

De repente hace calor Muchísimo. Casi 39 grados y en París, esl aire acondicionado no se ve por ninguna parte.  En el mejor de los casos, apenas un ventilador. Entiene uno entonces porqué la ropa de verano es como de playa, pero que se usa en la ciudad. La gente, del calor, anda como afiebrada. es un tema de actitud nacional.

A pesar de la humedad, no hay mosquitos. Mi teoría personal es que se debe a que cada vez que un turista sin baño levanta el brazo para tomar una foto, todo el bicherío queda patas arriba del tufo.

A las orillas del Sena, hay un montón de puestitos de chucherías y de libros usados. Ver chucherías me encanta, aunque no puedo comprarme ni una. La visión de tanto libro en un idioma que no puedo leer, me resulta intrigante y me hace pensar de cuánto más me estaré perdiendo y de porqué al primer traductor nunca se le consideró brujo.

Es cierto que ella te sigue con la mirada por toda la sala. Es cierto que es un cuadrito pequeñito, así. Es cierto que el Louvre, en esa parte, tiene ambiente, cantidad de gente y ruido de mercado. Es cierto que se abalanzan sobre ella y los guardas lo empujan a uno para que pare el alboroto, como si fuera un concierto de rock. Es cierto que todos, chinos o no, se pisotean por tomarle una foto.  Es cierto que la MonaLisa es la mejor terapeuta, porque cuando intenta interpretar su sonrisa, proyecta: yo, por ejemplo, la sentí nostálgica.

Quiero saber porqué en espacios tan pequeños, hay culturas tan diferentes, idiomas tan demarcados, formas de ser tan únicas. Quiero entender la fuerza de esa defensa cultural. Quiero entender porqué se mantiene en el tiempo. Porqué, porqué.

Cuando nos sentamos a comer, Marcelo le pregunta al mesero si habla inglés. Serio, el tipo le dice en francés que todo el mundo en París habla francés. Resulta ser una bromita y la comida, deliciosa. No comí crepas, pero no las cambiaría por nada de lo que sí comí.

No vi a Jean Renau por la calle. Ese también está en mi lista de los que tengo que jurarle amor eterno.

Y este es mi soundtrack para la ciudad. Lo siento, no puedo evitarlo. Si supiera algo en francés, lo pondría, pero no.


Gotitas de lluvia

2 respuestas a “Au revoir, mon cherie”

  1. Pucha, Sole, espero que en vez de crepas no hayás comido babosas ó, ¿cómo les dicen por allá? ¿Escargot? Seguís sacándonos los ojos, pero es envidia de la buena…

  2. Avatar de ticoexpat
    ticoexpat

    Dean,

    Los caracolitos son muy ricos, aca los hacen asados con chile, viera que bueno. Y ni le cuento d elos gusanos de seda…

    Claro, prefeiro como Sole, una legitima cena francesa en Paris. Sia tonto!

    me intriga eso que cuenta: tan caliente y sin aire acondicionado. Ecologicos. Y la gente con aroma al natural…

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