Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Chau Santiago… Buenos Aires, mi amor

desde la isla de

Ayer pasé del día haciendo encargos. Que buscando un regalo para una prima que es como si fuera mi mamá, pero en sentido bueno. Que las medias para patas gordas de mi amigo M. Que pasar a acariciar a los pastores alemanes de los carabineros en La Moneda. Que detenerme frente a la estatua de Allende y despedirme desde adentro. Que ir a buscar ferias de artesanía y de paso descubrir que los chinos de Chile son peruanos o bolivianos dueños de tiendas de chucherías y cosas baratas. Que se me viene la sangre por la nariz del frío. Que pido rebaja. Que compro unas arpilleras. Que comerme algo. Que finalmente cedí ante la presión de la abuela y bañarme. Que el aeropuerto. Que vomitarme de ir sentada en Lan Chile, la línea aérea que se rumora se usó para lanzar detenidos desaparecidos al mar, con sus ojos tapados por los antifaces de dormir de primera clase.

Y después… Buenos Aires.

Me siento muy cómoda en este caos organizado. A pesar que medio avión venía evidentemente engripado, el control sanitario se reduce a dos tipos de bata y mascarilla que recogen los formularios donde todos mentimos y decimos que no hay un solo síntoma. Yo, que he tosido tres veces y me duele la cabeza, me pregunto si será la porcina, que acecha.

Pago el remis (el taxi) y me hacen esperar 15 minutos. Yo ya tengo el cuero marcado, así que no me extraña. Unos europeos que esperan conmigo, están que se sacan el pelo de la cabeza del colerón.

Mi hostal queda en la Calle Florida, que es un paso peatonal. No me puede dejar en la puerta, a lo más en una esquina. Como son más de las 12 de la noche, el taxista se baja del carro y me dice “Caminá Nena, sin miedo. Sho me quedo aquí hasta que vea que shegás al hotel”. Y yo se lo agradezco.

Mi hostal es lo máximo. En la entrada, dibujos del Ché, de Atahualpa, Evita, Maradona y colores chillones. En la recepción, un argentino de infarto me dice “Te pido un favor?”. Yo, en mis adentros, sé que con ese acento, esa pinta y que si no fuera por Marce, alguien así me puede pedir lo que le de la gana y que en otras circunstancias yo hubiera contestado a la vez que me saco los jeans para lo que se ofrezca. Sonrío tímida y respondo “Claro”. Y me dice “Cerrame las puertas del ascensor”. Aquí son manuales.

Mi habitación es individual. Cómoda, amplia, limpia, bonita. No tengo tele ni lamparita de noche, pero tampoco me hace falta. Además tengo calefacción eléctrica. Duermo a cómodos 25 grados, como si estuviera en casa, salvo por la falta de humedad. Estoy en el piso 6, pabellón Yupanqui, según me informan las paredes decoradas con sus fotografías y la historia de su vida.

La recepción es colorida, bonita, limpia. Las instrucciones de la casa advierten que es prohibido fumar marihuana, pero esta sensación de horneada que tengo desde que llegué me hace sospechar que los huéspedes se pasan la indicación por el arco del triunfo. Tengo internet en la recepción, wifi o las compus, obviamente, sin costo.

Hay agencia de viajes, shuttle al aeropuerto, caigánse de poto (de culo): un cine! (sí una sala de cine de verdad) gratis en el segundo piso y buen desayuno.

Como si fuera poco, hay una pared entera de sugerencia de actividades. Hoy, a las 15 y 30 horas es donde lo de las Madres, en la Plaza de Mayo. A eso fue a lo que vine. Crucé la Cordillera de los Andes por solo 3 días para venir a dar vueltas alrededor de la plaza.

Nada mejor que eso, cuando uno ha estado alojado en sus partes más oscuras, para recordarle que en la verdadera oscuridad, existen muchísimas razones para alegrarse de estar vivo.


Gotitas de lluvia

2 respuestas a “Chau Santiago… Buenos Aires, mi amor”

  1. Mirá vos, yo no sabía que había un hostal en Florida. Florida y qué calle? (Aunque por la ubicación suena como un poco ruidoso para mi gusto. Pero uno nunca tiene demasiadas referencias de buenos lugares). Yo espero volver el año próximo, y por fin conocer Uruguay.

  2. Florida 328, con Corrientes. Mi cuarto da a la calle Florida y dormí super bien, cero ruido.

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