Pocas veces tengo la oportunidad de referirme, sin censuras ni consideraciones, al amor más puro, al que, plagiando a San Pablo, es comprensivo, es servicial y no tiene envidia; que no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El que no pasa nunca.
O sea, lo que yo vengo a sentir por Fuser, mi perrito, que sale adornando el artículo.
En Dele Bimba, le dimos rienda suelta a esos sentimientos, y como siempre, a lo Pedro Vargas, estamos muy agradecidos, muy agradecidos, muy agradecidos por la oportunidá. Si tenés una mascota, vas a entenderlo sin problemas. Si añorás una, también. Si no te cuadran los animales, igual hay muchos artículos interesantísimos. Lléguele!
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