Desde Santiago de Chile a mi Inbox. Y dice (y cito):
Es muy grato para nosotros comunicarle que su obra titulada “Promesa para un Hijo” ha sido seleccionada por nuestro Jurado, como uno de los 34 relatos ganadores de la versión 2008 de Chile con mis ojos.
(Es el segundo año consecutivo que recibo un correo así. Van dos años, pues, que me seleccionan. Al Igual que el año pasado, Televisión Nacional de Chile hace un video, lo pasan en la señal internacional, me hacen un cuadro alusivo y además se publica junto con los demás relatos.)
Este fue mi cuentito:
En el gran Toqui, América entera resistía. Su pueblo no conocería ni dios ni amo.
Murió como mueren los hombres valientes: traicionado. Se sentó en la pica que le atravesó las entrañas, con los ojos muy abiertos, fijos en los verdugos que nunca lo vieron derrotado.
En la noche más larga de Chile, cuando la fuerza se impuso a la razón y los sueños fueron fusilados; en el Estadio del que nunca me habla, mi padre fue Caupolicán.
Por ti, mi niño, yo seré mil Caupolicanes.
Esta historia no es mía. Me la regaló mi amigo Camilo una vez que me contó lo que le contaba su papá cuando Camilo estaba pequeño. Cuando Camilo fue papá del Matías, yo quise hacerle un cuentito a la medida de regalo, para que el Mati supiera un poco del Chile de su papá y de su abuelo.
(Algunos datos esclarecedores: Caupolicán fue un indio araucano que impidió que los españoles terminaran de conquistar América. Los araucanos mantuvieron a raya a los conquistadores casi 400 años, matando incluso a Pedro de Valdivia, que fue el conquistador de Chile. Toqui es la palabra mapuche que se usa para designar al jefe. Fue traicionado por otro indio y murió atravesado por la pica en la Plaza de Armas de Santiago, sin una sola queja. El escudo de Chile dice “por la razón o por la fuerza”, por eso usé esas dos palabras.)
Yo me siento, pues, qué te diré, muy contenta. A la vez, tengo un poco de miedo. Tal vez sea una señal de que debería ponerme a escribir en serio.
Ya le avisé ya a los más cercanos. Pero me falta algo. Quisiera poder irme a la casa de mi abuela, abrir la puerta y encontrarla de delantal en la cocina. Darle un beso, comerme un pedazo de zanahoria cruda y darle a ella, de primera, la noticia “Viste Mimí? hoy, justo hoy me avisaron. Apenas para que celebremos tu cumpleaños!”
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