Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Yo soy de la Cruz del Sur

Viajamos toda la noche en coche cama. Amanecemos mil kilómetros al sur, en una ciudad rodeada de 8 ríos. Estuvimos aquí en febrero y la leyenda dice que el que navega en el río Calle-Calle (el camino floreado, en lenguaje mapuche), vuelve. Yo hice todo lo posible por cumplir esa profecía.

El Antídoto se rasuró la barba completa. Llevo 24 horas de sentirme acompañada por un extraño y avergonzadamente infiel. Como dice la canción de salsa «No me acostumbro».

En mayo de 1960, Valdivia sufrió un terremoto de grado 9,5 que duró 10 minutos, fueron en realidad 37 terremotos seguidos. Luego el mar se retiró 100 metros y la gente salió corriendo a recoger los peces y mariscos para tener qué comer. Vinieron 3 olas, de 12, 14 y 17 metros. El nivel del mar subió más de 10 metros, barcos enteros naufragaron y se modificó por completo la topografía del lugar. Mi suegro vivía aquí cuando eso ocurrió y muy valiente, dice que no fue para tanto. Yo me consuelo pensando que si eso ocurre, vale que no es mi ciudad, que el hostal es de madera y que la cruz roja y la embajada ya encontrarán la forma de sedarme y sacarme de aquí.

Al ver los fuertes españoles, que siempre tenían iglesia y convento de curas y pensar en las iglesias que construyeron a huevo (sin clavos) los jesuitas en las islitas más pérdidas del archipiélago de Chiloé, me convenzo que esos curas, más que llenos del espíritu de dios, estaban totalmente volados, y que el espíritu que los llenaba era el del más salvaje de los bucaneros (lords, en caso que una preguntara por ellos en las cortes de Londres) que surcara los mares del Pacífico.

Los cisnes de cuello negro deben ser la aspiración y el deber de todo patito feo. Los demás cisnes son un chuica a su lado. Andan siempre en pareja, la misma pareja con la que se criaron y se aparearon y de la que nunca se separan. Los cisnes de cuello negro son monógamos de por vida. Cuando uno de los dos muere, el otro deja de comer hasta morir de hambre. Mi jefe diría que eso no tiene nada de romántico, que los pobres animalitos, por culpa del instinto, no tienen opción.

Hace unos tres años, el río Cruces estaba lleno de parejas de cisnes negros. Ahora ver una pareja es un milagro que se celebra con aplausos y protecciones. Una planta de celulosa descargó tóxicos en el río y mató a más de cien mil cisnes. Casi los extingue. Al dueño, evidentemente, no le pasó nada. Piensen en eso cada vez que compren un producto de papel o cartón hecho en Chile. cada hoja es un patito feo que se quedó sin esperanza.

En la noche, el cielo limpio se refleja en el río. Sé que solamente hay que caminar dos cuadras para verlo. Le preguntaré al Antídoto, igual que en febrero, porqué las estrellas se ven diferentes y me mostrará muy al sur, la formación que tilita hacia el polo: La Cruz del Sur. Mi cruz del sur.

2 gotas de lluvia en “Yo soy de la Cruz del Sur”

  1. Sirena dice:

    No es posible, que de tantos cuentitos tristes, yo venga a llorar con este…

  2. Humo en tus ojos dice:

    No me imagino al antídoto desbarbado.
    Y no te imaginás mi desilusión, yo que pensaba que era mejor comprarle cosas de papel a Chile que a los nórdicos…

Y vos, ¿qué pensás?