Están cambiando la guardia frente a La Moneda. Los turistas toman fotos y videos. Yo no soporto ver botas militares y morisquetas prusianas de disciplina marcando el paso, mucho menos aquí y como la más tonta, lloro y exijo que nos vayamos.
Hay muchos viejitos pidiendo dinero en las esquinas, en el metro, como congelados en el dolor de su pobreza y su soledad. Este es el desarrollo que yo no quiero.
Hay muchos perritos callejeros. A todos los saludo, a riesgo de pulgas y otras cosillas que les brincan en el lomo.
Hay mucho sol. Ando sombrero, bloqueador y el corazón en la mano.
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