Cuando me supera la actitud contemplativa de la tarjeta de crédito y no está el Antídoto al lado para preguntarme si realmente ocupo algo que evidentemente no necesito, termino con bolsas de supermercado adquiridas en una laguna mental que empieza con “Ay qué lindo” y concluye con la sorpresa de encontrarme el artículo deseado en el fondo de la bolsa, ya pagado, en mi casa, donde confirmo, ya en pleno uso de las facultades mentales, que es un desperdicio.
En ese estado me compré el disco de Victoria de Master Key, debo haber pensando algo así como que iba oír gospel del bueno o al menos puro sabor caribeño, como en Wade in the Water. Pero al ponerlo, lo primero que me sale es “yo fui escogido antes de nacer” y sigue más o menos en el mismo tono. Y yo que soy tan alérgica al mensaje de la Palabra de la salvación en nuestro señor Jesucristo, e irreverente abiertamente al respecto, en lugar de brotarme, me empieza a salir humo verde azufre de las orejas y los pies se me transforman de a poquito en las pezuñas de cabra del mísimísimo Pisuicas.
Se vende disco como nuevo. En excelentes condiciones. Aquí, con la suscrita.
Deja un comentario