Lunes (a 3 días) Estaba colocándome la servilleta en los regazos, como toda una dama, cuando me amiga me pregunta sin asco si no me siento “como así”, porque otra amiga de ella, que cree en esas varas, le confesó que días antes del cumpleaños, las estrellas, los ascendientes y en mi caso los gemelos se andan acomodando y entonces es una víctima de lo que los entendidos llaman un infiernillo astral.
Yo no creo en brujas ni similares. Pero con solo oírlo, siento como poco a poco, Dante me guía en el descenso de los siete círculos y una nubecilla como la de Malasuerte, el de los Picapiedra, corre a lloverme encima. Entonces el mesero llega y dice que ya no hacen de esa ensalada que yo tanto quería y que encima las nuevas las hacen con esas lechugas amargas de nombre espantoso: arúgula.
Faltan dos días. Hay crisis diplomática sobre si hacemos o no fiesta, que a quien se invita, que dónde, que de comer cuánto, que a qué hora, que se resienten, que no muy tarde, que yo a la clase de alemán no falto, que no quiero pero qué remedio, que no entre a este cuatro porque arruino la sorpresa y yo que de por sí nada me sorprende porque ya me encontré tirada la factura. Veo dobles intenciones maldosas en correos. Entonces la debacle: Las crepas de la noche se resienten y quedan como arepas anoréxicas y de hule. De la chicha, se me quita el hambre y no ceno. De repente, este año y desde el lunes, no me gustan los cumpleaños. Tienen razón los gringos: el infierno es color frío.
Falta un día. Me sigue doliendo la pierna derecha, con una lesión que me hace renquear y que paró en seco mi despliegue atlético de ir a correr todos los días. Me siento como la protagonista del tango que descubrió que el mundo es y seguirá siendo una porquería. Sé que es el papelón de víctima y, a la malacrianza, no me importa. Pienso en palabras que en español describan la sensación de gloom, doom, blue y no las encuentro. Leo de alguien que fue mi amigo, destruyéndose a poquitos. Es terrible enterarse por un periódico. Me hace falta mi perro, que está de préstamo. No funciona la fotocopiadora. Ando pesimista y en silencio. Me coloniza poco a poco el lado oscuro de la fuerza. Suena Mimí en la memoria “Así de amargada, nadie te va a querer”.
Tal vez mañana será otro día. Y me despertaré de buen humor y sonriendo y me reiré de mi misma y de esos enojos vergonzosos por cosas sin importancia.
Espero…
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