Para que lo tengás claro, en las relaciones filiales:
Hemanastro es el que es hijo de tu padrastro o tu madrastra y comparte solo con vos el evento particular que los papás de ambos se hayan casado. O sea, no es nada tuyo, más que un conocido derivado de una casualidad marital ajena. Según el prejuicio, son feas y crueles. Según el prejuicio, cualquier título familiar que termine en –astro y –astra implica maltratos, envidias y deseos que vos, víctima de ese –astro (a) nunca hubieras nacido. Para mayor detalle, te recimiendo la Cenicienta.
Medio hermano es que hijo de tu mamá o tu papá, con el que compartís al menos, 50% del ADN, como demostraría cualquier estudio de sangre más o menos decente. Puede ser conocido o no. Puede vivir con vos o no. Puede compartir uno de tus apellidos o no. Puede ser una sorpresa de la que te enterás a los 16 años porque una compañera tuya de colegio es prima hermana de esos medios hermanos. Incluso puede donarte médula, riñones, sangre, salvarte la vida, pues. Puede importarte o no. O pueden haberse criado juntos, como vos y como yo.
Hermano, por su parte, significa que solo es necesario subir un grado en el esquema filial para llegar a un progenitor común. Es lo que los abogados llaman familiar en segundo grado de consanguinidad o afinidad. Compartís el 100% del ADN y a ambos padres y apellidos. Pero como yo no creo en esos vínculos sangrientos, te diría que la condición de hermano no tiene nada que ver con ADN, con papás o mamás, con apellidos idénticos, con tener los ojos del mismo color o que la gente en la calle te diga que te parecés a alguien. Tiene que ver con algo más simple. Tiene que ver con cariño.
Por eso, me duele que vos hagás la diferencia. Aunque me haya enterado por chisme del Dr. Muppet. Aunque es posible que vos, por ignorancia, no distinguís la entre una cosa y la otra. Aunque creyeras que yo ni me iba a enterar. Aunque no supieras que el Dr Muppet y yo somos amigos hace años. Aunque hayamos peleado tanto de chicos. Aunque a veces yo crea que pude haber sido el Pinochet de tu infancia. Aunque nunca te lo llegue a reclamar, a enrrostrar, o a decirte algo por esa distancia que vos márcas y que yo nunca había visto.
Porque hablo de vos como mi hermano, te presento como mi hermano, pienso en vos como mi hermano y en tu hijo que está por nacer como mi sobrino, como mi familia. Vos sos mi hermano. No mi medio hermano. Mucho menos mi hermanastro. Mi hermano.
Mi hermano.
Por eso me duele. Por eso. No por otra cosa.
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