– Bueno, ¿en qué quedamos? (pregunto impaciente. A todo esto, por teléfono)
– En que sí, ya te había dicho.
– No me habías dicho que sí. Me dijiste que te sonaba la idea, pero eso no es igual a decir que sí. Cuando la idea te suena es que lo estás considerando, cuando decís que sí, es una decisión definida.(le explico como si fuera novedad que entre las dos cosas existe la misma diferencia que entre la gimnasia y la magnesia e invitándolo a hablar claro)
– No, cuando te digo que me suena la idea, es que estoy de acuerdo, que sí, que SI. ¿Qué más necesitás para entender? ¿Una declaración de amor? Está bien: te quiero, te adoro, siempre te he querido. ¿Así o más claro?
(en suspiro interno: Zi. ¿Sabés? Eso es justo lo que necesito) (Me está vacilando. No, no. Me lo dice en serio. Creo…)
– (me planto y disimulando seriedad le digo) No necesito eso. Necesitaba nada más que me confirmaras sin enredos. Ya me quedó claro. Gracias. (nótese lo seco y cortante de mi tono. nótese que además, lo finjo)
– Perfecto. Entonces ponele candela y empezá de una vez que ya vamos atrasados y me avisás apenas terminés el contrato.
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