Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Pico de oro and me

A propósito del encuentro titánico entre el Padre de todos los zorros y sho, y para preservar la intimidad ajena y la propia, nuevamente hice la labor de elucubrar conclusiones y por el momento, sin perjuicio de señalar más en el futuro, he llegado a las que a continuación se detallan:

A las poquitas personas con las que comenté lo que se avecinaba, no tuvieron empacho en echarse la lengua al hombro – estoy segura que por buenas intenciones y en afán de proteger a esta toluda – para decirme que es un gran perro.

Aunque en el fondo agradezco la preocupación por mí, también me dejó pensando que casi nadie mide el impacto de un chisme. Porque nadie ofreció pruebas tangibles al respecto ni recordaban casos concretos. Dos reconocieron, antes de abrir la boca, que era chisme y que no me lo tragara a la pura bulla. Los demás lo dieron por sentado como un hecho cierto.

Hubo uno en especial que me dijo “Tené cuidado…”, así, cuchicheado y como si me fuera a encontrar en el fauno alboratao nivel Viagra 2007 en persona y no con una persona como cualquier otra. Además, a estas alturas, decime, ¿Qué putas voy a andar cuidando?

Los que como yo, alguna vez han sido víctimas de las lenguas viperinas ajenas, probablemente lo entiendan. Los demás, me tildarán de malagradecida por hacerme la sorda a la advertencia.

En este caso, al Zorro en cuestión ni le ofende ni le molesta ni le destruye la reputación, más bien vacila y alardea con eso y es un halago que aun se le considere de peligro y de admirable pegue con las mujeres y no un viejo verde cochino.

El día D, hicimos un reconocimiento clandestino del terreno de batalla, ayudada por mi espía estrella que infiltré en la zona. Todo parecía normal y confirmamos con anécdotas de los vecinos que el sonido fuerte se filtra a través de las paredes y los pisos e hice la nota mental de mantener las cosas de a callello en caso de que la cosa, en efecto, se pusiera peluda.

Ese mismo día, el garañón llamó a confirmar las cosas, pero cambiando el lugar del rendez vous a una cafetería sodita que le queda muy cerca de la casa y sin dar razones del cambio.

“¡Se arrepintió del ataque!”- pensé yo, algo decepcionada, lo reconozco.

Curioso como las mujeres siempre andamos pensando en qué hacer para no dejarme coger por esa rata y cuando la rata desarticula las presunciones de cama a la vista, se toma como un jab a la autoestima. A la vez, un suspiro de alivio de no tener que hincarle el diente al inocente conejito que seguirá esperando en su refri el día en que desalmados lo vean como carne tierna y no como un ser que algún día estuvo vivo y saltaba libre por los campos.

Y entonces fui y comimos crepas de chocolate y esta vez hablamos cosas interesantes de política y elecciones y acusaciones de expresidentes y acciones del Ministerio Público y el poder de la prensa y la crisis institucional y demás hierbas. Y pude comprobar, in tuta personae y de a viva voz, que es, indeed, una persona brillante e interesante. Se defendió de las acusaciones de comemierda diciendo que solo le falta comer con cuchara. Y no me aburrí.

Ya en el fondo del asunto, que se refiere puntualmente al plan de guarever goes, fase 1, he de reconocer que me salió con la mejor hablada que he visto en mucho tiempo, y para peores, altamente creíble.

No sé aun si estoy convencida o no, pero es mucho mejor que la parla de mierda usual del gato cazador que acosa al ratoncito y lo usa de chilindrín haciéndolo rodar con gran escándalo de una pata a la otra mientras le miente y le dice que no es que esté jugando con él sino que lo quiere mucho.

Además, a raíz de un micro evento adicional que no voy a comentar, me pareció intuir que tiene algo que me gusta mucho que no sé si ubicar en la sección de clase, consideración, caballerosidad, qué-toque, o – sí, es un cliché barato- romántico.

Si me decido a creerle, pensaría que es cierto todo lo que me dijo y me sentiría extrañamente halagada. Si todo es mentira, igual me quito el sombrero porque fue demasiado hábil.

De creerle depende que rompa en tres mil pedazos el raincheck y lo tire sonriendo al viento. De creerle, depende además que espere impaciente, como lo han hecho las de mi género por siglos, la señal de humo, los tambores, la carta, las flores, el mensaje, la llamada o el correo electrónico donde me diga que quiere verme otra vez, aunque sea por solo un momento.

2 gotas de lluvia en “Pico de oro and me”

  1. Dean CóRnito dice:

    Una vez más, la has sacado del estadio. Ya recuperado del ataque de asma provocado por la risa incontrolable, me alegra que hayás podido dejar de lado toda la mierda que te podamos haber dicho quienes comentamos en este blog y tus demás confidentes, y que hayás enfrentado el reto con curiosidad objetiva. Como mínimo, el pico de oro en cuestión se merece el beneficio de la duda.

  2. yuré dice:

    Definitivamente eres mi heroína, soy un adicto a tus aventuras.

Y vos, ¿qué pensás?