En la tierra de la abundancia y el sueño americano, los políticos corren a buscar otras vestiduras que rasgarse ante el inminente suceso mediático de la muerte del Papa que previsto para cuando se logren solucionar los problemas de los votos para su sucersor y cuando consigan el pleono olor de santidad que requiere tan magno acontecimiento.
Apenas les dio tiempo de recuperarse de las lágrimas derramadas por la muerte de Terri Schiavo. No se cuestionaba su derecho de morir, sino la forma horrible de morir, literalmente, de hambre. Era inconcecible, inhumano, repudiable, contra las leyes de dios, contra la forma de ser de todo americano decente, dejar que otro ser humano, muriera de hambre.
¿Y qué pasa con los demás? ¿Con los niños que mueren de hambre en el mundo? ¿Esos no tienen derecho a comer? ¿Para ellos no valen las reciminaciones morales?
Ya lo dijo Hugo Chavez en la ONU: Cada 3 segundos, muere un niño de hambre…
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