Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Happy Pride

Nini:

Hay cosas que jamás me imaginé. La Internet, por ejemplo, incluyendo Google y la forma grosera que le ha bajado el valor al conocimiento acumulado en el cerebro, desenmascarando que ahora funciona más la capacidad de análisis que la de memoria. No me imaginé tampoco, nunca, que llegaría a ver una decisión de la corte de los Estados Unidos de América, es más, dos, reconociendo verdades que dábamos por sentadas: el derecho a la salud y el derecho a la protección legal cuando decido unir mi vida a la de alguien más.

Jamás me imaginé tampoco que yo tendría tan cerca a una persona gay. Nunca me dijiste ¿sabés? Fue una conversación con vos con los ojitos bajos preguntando que si me habían contado y yo diciendo nada más que sí. Pensé en esos años en que veía las fotos del tío Zacarías, hermano de Nenita, un hombre guapo, elegante, de traje, corbata y sombrero, que mami siempre dijo que era de muchas novias que nadie le conocía. Debe haber muerto de cáncer. Mami decía que ella, de niña, le traía los prohibidos cigarros a escondidas.  A mí me dieron las fotos viejas de Zacarías, seguramente porque nadie las quería. Y por años, me pregunté porqué habían postales donde hombres guapos y elegantes como él, firmaban dedicatorias por detrás, jurándole el amor más puro del que es capaz un hombre por un amigo.

Porque cuando yo pensaba eso, en la época sin controles remotos de televisores ni televisión por cable, maricón era el miedoso y el que le pegaba a las mujeres. Playo era un insulto, una desviación gravísima, algo que se hacía con descaro y malaintención. Yo no conocía ninguno. Eran historias mitológicas, por allá el negrito costurero de Barrio México, Sidney, que mi abuela defendía de los comentarios malintencionados pero no omitía decir que era muy afeminado y tenía gusto por las carteras. El vecino de San Pedro, Toño, que decían las malas lenguas que era aficionado a muchachitos de colegio y les pagaba nunca supe bien porqué cosas. Los peluqueros en general. Una vez vi uno de cerca, en otro país y Mimí me explicó que era un gallo-gallina, añadiendo confusión al tabú.

Nunca me imaginé que treinta años después me resultaría lo más normal del mundo. Que serían mis amigos, mis compañeros, mis profesores y mucho menos, mi hermanita menor. Que daría charlas de acoso sexual y diversidad y que todos se ríen cuando ven las imagénes, pero se les congela la risa cuando les digo que el chiste pierde gracia cuando están hablando de mi hermana, de su hijo, de su papá. Cuando te pongo de ejemplo con orgullo.

Y no, no me siento orgullosa de que seas o no gay. Creo firmemente y hasta que la ciencia no demuestre otra cosa, que así se nace, aunque no entiendo bien porqué. Me siento orgullosa porque en un país como éste, con los atrasos que tiene un país como éste, con la intolerancia, la chota, la iglesia y los políticos que tiene un país como éste, vos te levantaste de un guindo oscuro y estudiaste, trabajaste, te fuiste de la casa y has ido construyendo una vida entre todas las limitaciones que imponen las cercas eléctricas de esta pequeña finca. Porque te pagaste a ver y te trabajás en terapia. Porque cambiaste la herencia de los mecanismos que hieren.  Porque le apostaste al lado bueno de la gente.

Quisiera poder decirte que es cierto que #LoveWins . Pero creo que la frase no está completa. Love wins today, pero creo que la parte más dura de la batalla aun falta. Le ley no crea la aceptación ni el respeto, pero ayuda.  Ya se sabe que con amor no basta: es necesario saber vivir. No entiendo porqué el príncipe azul ahora es un mito, pero no el amor de cuentos de hadas. Igual nos estábamos tardando en reconocer estas cosas básicas.

Love is love. Pero es tan difícil, a pesar de cien mil años de caminar la tierra, saber qué o cuándo es amor. Saber cuándo es que yo quiero creer. Saber cuándo es costumbre y hasta cuando es temor o interés. Y cuando es, a veces se acaba, a veces no es correspondido, a veces tiene matices de tantos colores como el mismo mamífero humano.

Sigue siendo un misterio, una condición en la que se cae, fall in love, se dice en inglés. Y en alemán, verliebt, con ese prefijo ver- que presagia tragedias. Verloren es lo que se pierde, verlernen, lo que se olvida de lo aprendido. El amor no duele, Nini, no. Lo que duele es el desamor. Lo que realmente hiere. Lo que enferma y a la vez, lo que nos hace dependientes. El rechazo, por algo que no entiendo, pega.

Y a la vez, es cierto que sin amor no somos nada. Que el peor delito del ser humano moderno es ser malagradecido, porque lesiona al que dio todo sin esperar nada a cambio y asesina cualquier intento futuro de amar o ayudar a alguien más, que es una de las formas de amar. El que es malagradecido usa a los demás y los hace sentirse cosas. Les roba su humanidad. La viola.

Por eso, cuando pase la alegría, los desfiles, la música,  las plumas de colores, y la escarcha y la exuberancia de hoy y de este fin de semana, y cuando en cincuenta años yo ya no exista y vos seas una viejita que ve jugar a sus nietos en su casa, les podés contar no de mí, sino de un muchacho negro que tenía valores caseros de niño blanco de Kansas: la honestidad, la humildad, la solidaridad, la justicia social y que en su último mandato, seguro de lo que estaba haciendo después de haberse caído y tropezado, en un programita de radio en un garaje reveló que sabía lo que estaba haciendo y mejor aun: no tenía miedo y que el mismo día que el mundo celebraba que personas como vos se pueden casar, porque son eso, personas, también fue a funeral donde cantó, como el primer presidente negro del país más poderoso del mundo, la canción de resistencia y esperanza de su pueblo negro, en el mismo lugar que un esclavo, hace muchos años, planeó una rebelión contra la opresión. Y a pesar de todo eso, tuvo la sabiduría de no reconocer como propia una victoria que es de muchos héroes anónimos como vos, de la gente que nunca dejó de creer que el cambio de pensamiento y de corazones, puede cambiar el mundo.

Ante todo, creo yo, que por ese regalo de la esperanza, tan necesaria para vencer el miedo, que hoy nos hizo sonreír, hay que saber agradecer.

 

 

Happy Pride, girl. Happy pride.

 

Una gota de lluvia en “Happy Pride”

  1. Gabriela dice:

    Qué lindo ese orgullo feliz que sientes y que compartes acá.
    Creo firmemente que todos tenemos derechos a la felicidad. Que en la medida que nuestra felicidad no lastime a otros, nadie tiene derecho a decirnos cómo vivir. Y que en ningún caso el amor, el amor puro, el de verdad, el que sale del forro de los que ya sabes puede lastimar.

Y vos, ¿qué pensás?