Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Evelio

Era un hombre muy guapo, siempre a caballo, con unas polainas de cuero que le llegaban hasta las rodillas.  Un hombre de plata y de buena familia de Cartago, con fincas en las faldas del Volcán Irazú.

Hace ochenta y cinco años enamoró y embarazó a mi abuela Nena, y a la vez, a una muchacha Meneses y encima, decían que se había enredado con la esposa de su tío.

Lo mataron un 28 de setiembre de 1930. No fue en una cantina ni en un pleito. Fue a balazos cuando subía para la finca, en alguna de las vueltas del camino. Tenía 21 años.

Nadie dudó que era un homicidio de honor porque ese muchacho era tremendo, no respetaba a nadie ni tenía  perdón de Dios. La pregunta era quién, de todos los que podían haberlo hecho, lo mató.

Mi bisabuelo Juan, como padre de una de las señoritas ofendidas, del Tejar y con plata, con hijos y cuñados abogados y un carácter de mierda, era el sospechoso principal.

Todo Cartago supo que la policía alistó todo para ir cogerlo preso  y que él, sin aceptar ni negar nada, esperaba resignado, pero con la honra de su hija Nena lavada en sangre y con un nietito de poco más de un año. Pero la policía nunca llegó. Se fue apagando el burumbúm. No se detuvo a nadie. No se habló nunca más del caso.

Mis tías abuelas- vinas, como ellas solas- aseguran que fue el tío, cegado por los celos, el que le puso un alto a  los desastres de ese muchacho y a ese rosario de hijos regados que llevan de primero el apellido de la madre, que ya están todos viejos y se criaron tratándose siempre entre ellos como hermanos, con una solidaridad curiosa entre todas las madres enamoradas de ese hombre guapo de polainas de cuero altas.

¿Cuántas de ellas te habrán llorado? ¿Cuántas guardaban un pañuelito, una carta, un recuerdo de un beso? ¿Cuáles te llevaron flores? ¿Cuáles te siguieron recordando todos los días en tus eternos 21 años, Evelio Juvenal Gumersindo Cruz Mena?

Y vos, ¿qué pensás?