Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

11 de setiembre

Ha querido la vida que los días 11 de setiembre esté en lugares muy distintos. Y sin embargo, no hay forma. Desde que me despierto, pienso, pienso, pienso. Pienso tanto, que se me olvida comer, se me olvida si cerré o no la puerta, si llevo las llaves. Se me olvida el teléfono. No me puedo concentrar. Por pensar.

Pienso por ejemplo, en aquel 11 de setiembre en la Universidad de Costa Rica, cuando vi a Sara Astica leer las últimas palabras de Salvador Allende. A ella, una gigante del teatro, una maestra de las emociones, una vida de tablas, se le llenaban los ojos de lágrimas y se le quebraba la voz al leer aquellas palabras » mucho más tempano que tarde…». La misma mirada de una tarde hace muchos años, cuando la vi en una feria del libro y le quise regalar una calcamonía con Allende y la frase «El olvido está lleno de memorias». Se abrazó a la calcamonía y me dijo «El Compañero Presidente». Y entonces fuimos dos con los ojos llenos de lágrimas.

Pienso en todos los chilenos que después del golpe llegaron a la República Democrática Alemana, al mismo barrio a donde yo ahora voy a clases y a la oficina. Si este lugar tan raro les habrá servido de anestésico para todo lo que habían perdido. Si extrañaban sus empanadas, su vino, su ciudad, los sueños que acababan de perder.

Pienso en que hoy me enteré que uno de los programas que veo en TV Chile (aunque es medio militaroide) hoy tiene lugar en La Esmeralda, un barco infame desde donde se planeó el golpe y donde muchos dirigentes socialistas fueron torturados y asesinados. Con el hígado inflamado, les mandé este correo:

Uno de los programas que siempre veo es Pelotón, a pesar de que a veces tiene un tinte militarista excesivo. Lo que encuentro realmente ofensivo, es que ayer se anunció que hoy, 11 de setiembre, se transmitiría un episodio a bordo de La Esmeralda.

Hacer algo así, en esa fecha, demuestra la absoluta falta de consideración con los sobrevivientes, las víctimas y sus familias del golpe militar que se conmemora en esta fecha. Me imagino que sabrán como cada 11 de setiembre, en todo el mundo, miles de chilenos que fueron torturados, perseguidos, obligados a salir de su país por un golpe militar, recuerdan con mucho dolor lo ocurrido; sin contar con el fuerte sentimiento que esto genera a lo interno del país, donde también he tenido la oportunidad de vivirlo y de lo que ya se ha confirmado que ocurrió a bordo de ese barco antes, durante y en los días subsiguientes al golpe.

Que una televisora financiada por el estado chileno haga apología de semejante violencia en esa fecha, en esa locación, es simplemente vergonzoso y confirma la ausencia de interés de la televisora y su cuerpo director en respetar- al menos- la memoria histórica de ese país. Y si lo hacen por rating, es mucho más despreciable. Pensaría uno que hasta las decisiones económicas deberían tener límites morales de consideración del prójimo.

Evidentemente, mi única opción es la queja y ejercer el derecho que no tuvieron muchísimos en su país durante muchos años de decidir qué hacer, que en mi caso personal, será no volver a ver este programa e informar a todos mis conocidos en Costa Rica, que también lo siguen vía la señal internacional, de la implicación y lo que representa para la memoria de los detenidos desaparecidos y el pueblo chileno, este episodio.

Pienso en Chile, hoy los periódicos reportan como dos de los actuales candidatos a la presidencia de ese país, celebraron en su momento el golpe, mientras que la para la actual presidenta fue el inicio de una pesadilla, en la cual moriría su padre después de la tortura y ella y su madre serían secuestradas y llevadas a un centro de tortura. Mientras tanto, en Estados Unidos, las autoridades ya no saben qué hacer porque apenas ocho años después, en ese país donde se vive en la cultura del hoy, del cambio, de los 140 caracteres, ya las autoridades no saben qué hacer porque a nadie le interesan las torres, los aviones o los musulmanes. Y andan desesperados tratando de encontrar algo con qué meterles de nuevo miedo y justificar esta guerra de mierda, donde los gringos entregan a a sus hijos en sacrificio.

Y pienso en mi suegro, que en días como hoy,  no dice nada, pero que ayer ya me avisó que mi cuentito está al aire en TVN y me dice que es muy emotivo, que es el mejor que ha visto, que valió la pena la espera. Pero uno no sabe lo que va por dentro. Por eso Marce lo llama, aunque hablen del perro, del carro, del calor exagerado y no de lo que pasó ese día y los días que lo siguieron hasta llegar a Costa Rica, un día de diciembre de 1973, recién liberado del Estadio Nacional, expulsado de su país.

Y esta dedicatoria:

5 gotas de lluvia en “11 de setiembre”

  1. marcelo dice:

    Pues sí… 36 años y todavía parecen apenas ayer.

  2. Terox dice:

    Heridas muy difíciles de cerrar… lo que hace todavía más admirable el Chile de hoy día, que no dudo tenga mucho camino por recorrer (en este aspecto) pero es mucho lo que ya ha avanzado…

  3. solentiname dice:

    Marce: pues sí. Hay cosas que no tienen ni deberían tener olvido.

    Terox: vieras que a mí me parece que Chile no ha hecho casi nada al respecto. En Argentina nadie te discute los excesos de la dictadura militar, en Chile, aun hay mucha gente que lo defiende. Hay aun, en general, una impunidad que ofende y demasiada gente que se beneficio de un sistema sangriento. No puede ser- en mi opinión personal- que se ponga de ejemplo a Chile como un milagro económico a seguir, cuando ese milagro se logró a punta de bala, de dolor y de sangre. Se hacen poquitas cosas por el pasado, pero no lo suficiente. Eso sí, mucho peor seria que no hicieran nada,

  4. Terox dice:

    Pues no sé, cada país es diferente como cada cabeza es un mundo. Pero si gente que fue directamente afectada por la dictadura de Pinochet está ahora en el poder, pacífica y democráticamente… para todo hay un momento…

  5. ticoexpat dice:

    Sole: el olvido es peor que la muerte

Y vos, ¿qué pensás?