Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

539 casos

No me tomé las gotas para dormir solo porque sentí que tenía sueño. Y fue una mala decisión. Dormí mal, incómoda, dando muchas vueltas, diciéndome y obligándome que tenía que seguir durmiendo hasta que a las 3:30 ya no pude más.

Soñé que era la amiga confidente de Keylor Navas y que el mae se quería coger a alguien y yo, como en las pelis de los 80s, tenía la estúpida idea de que era a mí. Y obvio que no, era a aquel mujerón bellísimo, super jugada, super sexy, contra la que no hay nada que hacer ni aunque fuera una competencia, que no lo es.

Todos estábamos en un hotel y yo, como la amiga fiel, tenía que mantener el secreto de que él estaba ahí y de a quién esperaba. En el sueño veía futbolistas de la sele de Italia 90, que creía reconocer y me arrepentía de odiar el futbol porque no tenía nada de hablarle.

El lance no le salía tan bien como él esperaba y yo lo consolaba abrazándolo y diciéndole “A quién contrataron en el Paggis-San Yegmen? A quién adoraban en el Real Madrid? Quién es el mejor portero del mundo?”

Luego una parte que es un sueño repetitivo: voy bajando por la avenida segunda hacia el este, desde el Parque Central, caminando, esta vez en una bata blanca, larga y mi mamá va conmigo. Es de noche. Ella es la que me dice que no me asuste, que cuando subamos la cuesta estaremos en San Pedro. Al llegar casi al Museo Nacional, una busetita azul para y nos recoge. La manejaba alguien conocida de ella.

Y luego la oficina. Mi oficina ya no era la mía y yo me atrevía a pedir que me la devolvieran y me decían que sí, que era cosa de haberlo pedido antes. Empezaba a pasar muebles y libros y cosas y me molestaba un poco que no lograba acomodarlo como estaba antes. Había gente nueva en la oficina y Memo y Gis, que se habían ido, volvían.

Pato está haciendo baños de casi una hora. Una sesión en la tina, con juguetes y música y a veces espuma. Se sumerge y vuelve a salir hasta que se cansa. A veces sale a hacer caca y va de nuevo para adentro. Al menos le ayuda a pasar el tiempo. Tiene el pelo más largo y ya se le notan los colochos. Ayer lo peiné, porque hicimos un video para la maestra del kinder, ella lo había pedido. Tuvo la delicadeza de enviarle un audio de vuelta y eso lo alegró mucho.

Por ratos siento que el Gobierno nos hizo un “Mamá se subió al techo”. De verdad que trato de mantenerme en el día, de poner un pie delante del otro, pero a veces se me escapa la mente y pienso en qué pasará si poco a poco me quedo sin trabajo, si pasaremos hambre, qué va a pasar con Pato, cómo nos vamos a enfermar. Y trato de controlarlo.

Diego me mandó un artículo bellísimo, de estoicismo, de cómo ir poco a poco, adelantando en las pequeñas cosas, de cómo es válido asustarse cuando oís algo pero la importancia de no quedar atrapado por el pánico.

De las cosas que creo que finalmente estoy aceptando de mí, es que tengo un problema real de ansiedad. Que necesito mis medicamentos y mientras tanto, mis gotitas para dormir. Ayer fue un mal día, de mucha ansiedad.

E me pasó los comunicados de las líneas aéreas. Esto se despichó. Ellos mismos no prevén una recuperación total ni siquiera en un año.  Calculan que si acaso será un 70%, a menos que encuentren una cura. La gente no va a querer viajar por miedo al contagio y además, por la recesión, mucha gente no tendrá cómo pagar un viaje. Yo misma no sé cuándo podré volver a viajar. Ni si tendré la plata para eso.

También me pidió que lo ayudara a ponerlo en contacto con clientes de ZF para importación de mascarillas. Y lo hice. Me sorprende tanto que él, en medio de todo, siga buscando cómo hacer plata, cómo hacer negocios. A la vez, me ha ayudado tanto, tantas veces, que no puedo decirle que no.

Cociné y no salió tan mal. La cuarentena no sería tan pesada si yo supiera cocinar bien, pero es apenas para no morirme de hambre. Yo podría pasar comiendo flan y queques y galletas y helados y salir rodando de aquí. Hice medallones de cerdo con una salsa que inventé y pedazos de papas grandes, que primero cociné y luego las freí, hasta que quedaran doradas, como las hacía Mami Florita. Pensé mucho en ella mientras cocinaba. No sé medir los tiempos de cuándo empezar, cuánto voy a durar y sobre todo, no sé cocinar sin hacer un desmadre en la cocina.

Vi la conferencia de prensa. 39 personas más. Me asusté tanto que me quedé dormida. Yo de verdad tenía la ilusión de que íbamos mejor. Me sentía tan tranquila y tan orgullosa y tan cerca del final de esto. Y de repente, 39 enfermos más.  Yo sé que el Ministerio ha dicho que iban a venir más, que habrían más muertes, pero eso de repente lo hace realidad y la luz al final del túnel aun no se ve.

Me desesperan los apocalípticos que insisten en que ya hay contagio comunitario. No sé qué ganan con que eso se confirme o no. Los riesgos y las indicaciones son las mismas: no salir a menos que sea estrictamente necesario.

Pasé el resto del día con una sensación en el pecho, con una apretazón, puede ser del estrés o del mal dormir. Obvio que tengo miedo de haberme contagiado. Pero también leí que es perfectamente posible tener todos los síntomas sin estar enfermo. Más si uno, como yo, es hipocondríaco.

El Ministro dijo que era producto de los molotes del fin de mes. Mi amigo E me dijo que era por las salidas a los bares antes de apretar clavijas. Me dan un poco de paz, pero no mucha. Me temo que esto se va a poner peor antes de que mejore.

Trabajé un poco en una apelación. No hay cómo negar que estoy herrumbrada. Hace mucho no las hago y ahora que las hago, me doy cuenta que mi jurisprudencia está vieja, que no me he mantenido al día, que me cuesta mucho navegar en el sistema de la Contraloría. Mi jefe me reclama lo mismo, pero si yo estoy herrumbrada, él debe estar peor. Respiro hondo para “oírlo” mientras leo su correo de reclamo.

En NY, 7000 muertos. En Estados Unidos, 16 000. En Chile, la cantidad de contagiados en un día subió más de 500. Hay 65 muertos. Las noticias dicen que los países pobres no tendremos a opción a recursos porque los están acaparando los países ricos

Me siento pesada, lenta, achatada.

Me vino la regla. Ojalá que esa sí sea corta.

Y vos, ¿qué pensás?