Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Sole alega legítima defensa

Yo me sé cobarde y siempre lo he sabido. Por eso es que no me deja de extrañar que uno de los primeros recueros escolares, sea del lejano primer grado. Jugábamos basketball en una de las canchas del colegio. Llegaron los muchachos de quinto año y después de vacilarnos un rato, nos hicieron sacadas de la cancha y se apropiaron del espacio, entre burlas y empujones, quitándonos además la bola. La Mayoría de mis compañeras estaban llorando. Yo no. Lo que estaba era furiosa.

Pedimos la bola varias veces y nos ignoraron. Incluso uno de ellos empujó a la dueña de la bola, como a un monito molesto. De repente yo estaba en medio de la cancha, exigiendo a gritos que devolvieran la bola, arrebatándoselas y cuando trataron de quitármela, empujándola con toda la fuerza contra el muchacho de colegio, sacándole el aire y botándolo al piso.

Nos fuimos muy dignas, habiendo puesto todo en orden, sudadas, con las faldas por fuera y la bola en la mano.

Precisamente porque me sé cobarde y porque luego me tocó vivir lo que hoy llaman bullying, porque en el fondo soy tímida y me cuesta mucho incorporarme en grupos, es que me sorprendió lo que me pasó en el chapoteo.

Hay un vivazo, en una de mis clases, que me cae mal y creo que le cae mal a mucha gente. No puede tener cerrado el hocico. Cuando hay que nadar suave, nada mariposa. Y siempre se mete con todos, sobre lo lento y mal que hacemos las cosas y siempre tiene que opinar de todo, particularmente contra las mujeres.

Ya teníamos un precedente: su necedad de tratarme por mi apellido, por más que le pedí que me dijera mi nombre de pila. No hubo forma y parecía disfrutar de mi frustración cada vez que me trataba de nuevo por el apellido. Como adelanto a lo que venía, hace como 2 semanas le había dicho “Por la gran puta, ¿qué tengo yo que hacer para que me digás Alejandra? Es que yo soy yo y no mi apellido. Los únicos dos Montiel de mi vida están muertos, entendé: MUERTOS. Prefiero que me digás mae antes de seguir tratándome por mi apellido” ´¿Y qué hizo, el malparido? Risitas burlonas y otra vez, hacer exactamente lo mismo.

El otro día, harta de sus sangronadas, le di el premio por haber comprado todos los numeritos de la rifa. Por cualquier tontera, empezó a decirle al grupo completo que era una mierda con todas las viejas, que todas somos iguales, que parecíamos piapias, que nunca entendíamos nada, que por eso a veces tenían que darnos duro por la madre y diciéndole a una compañera que le iba a explicar una cosa para que le quedara claro, todo eso en ese tono superior de un patán nato que ha hecho de eso carrera.

Antes de darme cuenta, como en la cancha de basket, con mi mejor vocecita infantil de Barbie –tarada, le dije “Por fa sí, explícame. Es que vieras que yo tengo vagina y eso me pone tonta, tonta, tonta. Es que una siempre necesita un hombre, verdad? Para que le aclare todo? Debe ser tanto estrógeno. Dale, por fa, dale”

El mae se quedó helado, pero no me dijo nada más. Hoy fui a nadar y la profe me sugiere que lo ignore todo lo posible, porque estaba dolidísimo desde ese día y que era mejor evitar.

Lo que me lleva a pensar muchas cosas: ¿será de verdad mejor evitar? ¿Debería irme a disculpar de habérmelo apiado? ¿Me estaba comportando yo como un bully o me estaba sacando un clavo viejo? ¿Debería uno siempre ser agradable y llevadero y no defenderse nunca, ni siquiera de un patán machista? ¿O esto es parte de la forma de ser tica, evitar la confrontación y el conflicto?¿Por qué las mujeres nos sentimos mal, nos sentimos que incomodamos cuando nos defendemos? ¿Por qué somos nosotras las histéricas? ¿Por qué nos creímos el cuento?

¿Por qué me tiene que decir nada a mí, que soy adulta, que evite a este tipejo? ¿Por qué no le hablan a él y le dicen que ya las quejas de su comportamiento se vienen acumulando? ¿Por qué nos tenemos que ajustar al matón y al grosero?

¿Se justifica defenderse con violencia ante esa violencia, yo, que creo firmemente tanto en que la violencia engendra violencia como en que la violencia del poder a veces es necesaria para defenderse de la violencia del poder? ¿Cómo hacen para poner la otra mejilla? ¿Es legítima defensa, donde uno puede aplicar la fuerza en la medida proporcional a la amenaza? ¿Puedo decir que él empezó y le estaba buscando cinco patas al gato, cuando tiene cuatro? Es que hasta para ser Patán se ocupa clase.

Me recordó además el mecanismo ese de los agresores, que joden, joden, joden, majan a los demás y cuando alguien los confronta, pues obviamente aculan y se hacen los resentidos y se lo dicen a todo el mundo menos a uno.

Sentí culpa por un momento y vergüenza de haber sido tan grosera, con esa necesidad de aceptación y de caerle bien a todo el mundo, olvidando que aunque yo quisiera no tener problemas nunca, no podría jamás pretender hacer buenas migas con semejante bicho. El mae no va a cambiar conmigo y a mí no me interesa tener que ver nada con él, ni el buenos días, si sigue siendo el mismo insoportable y además, cada vez que me ve, me hace unos ojos de me las vas a pagar o al menos eso es lo que me estoy imaginando.

Y a la vez ¿tengo yo derecho a decirle que yo no lo soporto y que lo mío es generalizado?¿Qué es lo que él me recuerda de mí que tanto me choca? ¿Qué me cuesta hacerle la masaguada si no es nada mío? ¿Por qué me irrita tanto cada vez que habla? ¿Por qué me da vergüenza que me pidan a mí que disimule? ¿Será que me molesta convertirme en el bully que me hizo tanto daño?

Pienso además en qué es lo correcto y recuerdo un intercambio con mi ahora amigo Juan Carlos. Una hostilidad mal disimulada de mi parte en redes sociales, que terminó conmigo venteándome el hocico afirmando una barbaridad sin fundamento. Otro amigo se dio cuenta y me llamó a cuentas, recordándome que uno siempre debe ser la mejor parte. Y me tragué el orgullo y le escribí disculpándome y explicándole porqué me caía tan mal, como para sacarme el clavo. Me dio una lección de vida respondiéndome en otro tono y terminamos teniendo un intercambio sano, maduro, directo, reconociendo defectos y virtudes, un proceso que nos terminó haciendo más cercanos, con un respeto de uno para el otro aunque sigamos sin compartir visiones del mundo. Yo me atrevería a decir que los dos salimos ganando y tengo la sensación de poder contar con JuanCa cuando necesito cosas de su expertisse y él con la mía y hasta en cosas personales. Lo manejamos como adultos.

O será que lo que me escuece es haberme enredado en mis propios mecates y haber caído en semejante inmadurez y violencia, a la pura bulla de los cocos.

Igual, en el fondo, me alegro que habérmelo quitado de encima, aunque eso me haya coloreado como una gran cabrona, justo cuando empezaba a soltar la lengua después de 2 años de estar nadando. Tocará seguir callada.

Una gota de lluvia en “Sole alega legítima defensa”

  1. Gabriela dice:

    Yo creo que a los abusivos hay que ponerlos en su sitio, en eso te apoyo. Y en una segunda reflexión, siempre pienso que la vida de gente así debe ser terriblemente vacía que para lograr atención hacen patanada y media. Casi como los niños que se portan mal para que sus papás les hagan caso un ratito, aunque sea para agarrarlos a golpes.
    Es un infeliz, eres más grande que todo eso. Pero te felicito por haberlo enfrentado inteligentemente.
    😀
    PD: ¡feliz 15!

Y vos, ¿qué pensás?