Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Goin' Postal or/oder Die Post gegen mich

Como ya se acerca la hora del ritorno a la patria, llevo como dos semanas tratando de encontrar una solución casi que aritmética para meter tanto chunche en las dos maletitas que me traje. Cornelia incluso sugirió que dejara ropa que ya no quisiera para regalar. Y en efecto, estoy dejando dos o cuatro cosas, pero no me solucionan el problema creado por el consumo desenfrenado e incontrolable de souvenirs y chunchitos.

Cuando me empecé a preocupar, fue cuando se me ocurrió averiguar cuánto me cobraban por sobre peso. Ya estaba advertida por Marcelo que solo me quedaban 7 kilos de espacio para cositas normales. Pero como me dislexia espacial me impide saber cómo se ven o cómo se sienten 7 kilos, yo seguí en lo mismo de siempre. Sin pensar que las partes del muro de Berlín que llevo para los amigos (que son auténticas, para que sepai!), al fin y al cabo son piedras y que las piedras, pesan.

La cosa es que después de comentar mis preocupaciones con todo el que me quiso oír, Cornelia terminó convenciéndome que el correo alemán es confiable, que era mejor mandar todos los libros que había comprado por medio de ellos, que no me preocupara, que esto que lo otro.

Y allá fui yo cargando tres bolsas de libros hasta el correo del barrio. Cuando llegué a la casetilla de atención, el señor, muy amable, me explicó que solo podía mandar 5 kilos por envío. Yo, aliviada de la buena noicia, amontoné el contenido de las bolsas en la mesa y le dije «Listo,! entrele no más, que yo a las 12 me tengo que ir. Si le puedo ayudar en algo, me avisa»

Pero resulta que eso no es parte del servicio al cliente en Alemania. Muerto de risa, me señaló una mesita, me dijo que buscara a ver dónde encontraba cajas y que una vez que las tuviera listas, las llevara de nuevo. La otra opcióne era dislocarme los hombros con el peso llevándolos de vuelta a la casa, hacer ahí todos el alboroto y volver a caminar- no sé cómo- 800 metros cargando tres cajas que me tapan los ojos.

Yo jamás me imaginé que empacar libros fuera tan difícil. Me tiré dos horas armando cajas, pesando libros, pasando uno de una caja a la otra para no pasarme de peso. Para reforzar las cajas contra los funcionarios del correo, pero del correo tico, pensé en forrarlas con ese masking especial de aeropuerto, a disposición de clientes como la suscrita. Lo que no está a disposición de uno es cómo funciona el aparato para cortar el maskin… así que recurrí al método primitivo, pero eficiente, de cortarlo con los dientes. Como pasa siempre que tengo que lidiar con algo con goma, el embarrijo que quedó fue de foto.

Los clientes que iban entrando se detenían a ver el ridículo mío, con el abrigo y el bolso tirados en el suelo, la bufanda a medio amarrar en el pecuezo, un guante guindando de una caja, el otro perdido, y el sombrero bajo el brazo. Un reguero de libros en el piso, cartones a medio armar y yo, sudando como un chancho. Pesando libros con una exactitud como si estuviera en un laboratorio químico. O casi encaramándome para cortar cinta adhesiva con los dientes.  Y dispuesta a defender el uso de la mesa con la vida, si fuera necesario, hasta terminar aquel empaquetamiento. Los ahuyentaba con la mirada, el pelo desordenado y con el pedazo de maskin que tuve pegado perpetuamente en los labios.

Las cajas eran demasiado grandes, pero no había medianas. Así que ahí van todos los libros nadando. Como son 5 kilos máximo por caja, tuve que armar tres, decidiendo qué metía en dónde, tomando en cuenta el riesgo de que se me fueran a perder. Hasta pensé en conservar los libros más queridos en la maleta. Pero es como escoger a un hijo. No podía. Se fueron todos en las cajas.

No entendí dónde había que pegar la boleta de direcciones, así que la pegué por todo lado. Con Maskin y con el respectivo mordisco incluido. No me di cuenta que eran calcamonías en papel adhesivo hasta que fue demasiado tarde.  Con cada pedazo de maskin, me acordaba de lo que decía la esposa de mi tío (que del infierno goce) cuando me reclutaba para envolver regalos navideños (labor esclavizante de unas 6 horas seguidas): «Pero sí que sos inútil! algo tan simple y los tuyos parecen tamales mal envueltos! dejá, dejá, hay que hacerlo de nuevo!»

Resultó que mis libros, en total, pesaban 15 kilos.  O sea que eso me hacía candidata al pago de 350 dólares de sobrepeso POR MALETA, que no tengo y que ni pienso pagar tampoco. Cuando después de complicados cálculos llegué a esa conclusión (sabrán que la Mate me cuesta), casi que me alegré de estar en estos enredos.

Finalmente, empujando a patadas mis tres cajotas, llegué nuevamente a la caja, acaloradísima, en estado de despelote y con pelotas de maskin en el pelo. Esta vez me atendió una señora malhumorada y amargada que merece estar trabajando en Migración en Alemania. Tiene el perfil perfecto. Y me dice «Si, bueno, no puede mandar todo esto»

Se salvó ella que estábamos hablando en alemán. Que si no, le digo «Pe-per-perdón?? cómo que no puedo mandar todo esto?. SI PUEDO. El señor de al lado me acaba de decir hace dos horas que SI PUEDO. Y no pasé dos horas comiendo mierda descifrando instrucciones en alemán para que ahora USTÉ se de el tupé de decirme que no puedo, así que me hace el favor de dejar de estar hablando mierda y me dice cuánto putas tengo que pagar porque me URRRGE, me entiende ya? me URRRRGE»

Pero por las limitaciones propias del idioma, solo puse cara de circunstancia y señalé acusetas al señor que me atendió de primero, mientras me abanicaba con el sombrero por el calorón que me había producido el esfuerzo. Ella empezó a decirme que no importaba quién me hubiera dicho qué, cuando el señor intervino y le dijo a esta bruja que eran envíos de libros y que sí se podían hacer. La bruja se vuelve y me reclama:

«Porqué no me dijo antes que eran envíos de libros?»

Ya de la chicha, le respondí: «Porque no hablo alemán».

Entonces empezó a revisar las cabronas cajas. Yo me sentía orgullosa de la labor realizada, hasta que me reclamó que tenía que colocar la dirección en la tapa de la caja. Y yo, con señas, diciéndole que la había puesto en los otros cinco lados. Y ella insistiendo que me fuera otra vez a la mesa a ponerla y volviera a hacer la fila de 22 personas. Y yo, que no. Que no me voy, que deme una boleta y la lleno aquí mismo.  Y ella me la tira. Y yo la lleno de mala gana con ganas de despegarle el adhesivo y pegárselo en la boca. Ella preguntando qué qué clase de dirección es esa que da uno en metros sin número de calle. Yo explicándole , con chompas incluidas, que así funciona en Costa Rica, que no hay números ni de calles ni de edficios y que me haga el favor de dejar de estar jodiendo, que yo sé de lo que estoy hablando. En medio de mi frustración, y mirándola con odio, internamente hasta la acusé de racista. Puede ser que solo sea una amargada.

Al final pagué, le pegaron de mala gana la otra calcamonía que representa el pichazo de estampillas. Ahí me asaltó la última duda de si era buena idea, pero comparado con el pago que tendría que hacer o una de esas escenas macabras de aeropuerto donde tiene uno que reacomodar la maleta en el piso, en medio de todos los pasajeros y empezar a regalar sus cosas, prefiero asumir el riesgo. Pregunté que cuándo llegaban. Me dijeron que en 10 o 15 días. Yo pedí un tracking number (el correo alemán es el dueño de DHL). La bruja se reía en mi cara. Le dije que si ella sabía dónde estaba Costa Rica. Como me hizo cara de me da vergüenza mi ignorancia, le hice una explicación detallada  despacio, usando las manos como títeres. Y le volví a preguntar que cuando llegaban. Insistió en que 10 o 15 días, más o menos, aunque van por tierra. Yo me esperaba algo así como nunca o 22 semanas.

A todo esto, yo estaba atrasando a la fila de gente que hacía pacientemente fila y que acostumbrados a mandar por correo hasta un elefante vivo, con platito para el agua y comida para tres semanas, no entendían qué era el problema de esa muchacha latina que hace tantos gestos con las manos.

Con semejante trato, entiende uno ese concepto gringo del goin’ postal, donde el funcionario de correo, deprimido por su vida de mierda y su brete de rutina, un día se le zafa la última tuerca y vacía su ametralladora contra clientes, compañeros de trabajo y vecinos. En mi caso, sería un goin’ postal invertido, siempre en una oficina de correos, pero con una víctima claramente definida y que además, ya había comprado todos los numeritos.

Ahora empieza la otra angustia. La de esperar a que lleguen las putas cajas. Dice mi profesora de alemán que ni me peocupe, que todo llega. Cornelia me había dicho lo mismo. También Marcelo. Pero conozco el caso de una compañera que hizo lo mismo que yo y nunca le llegó nada. Y además le guardo un recelo natural al correo, sobre todo al correo tico. Confío en que para ellos, muchos libritos en alemán sean poco dignos de apropiárselos.

Como no puedo vivir sin preocupaciones, ahora toca preocuparme de que mis libros lleguen, completos y seguros. Me imagino la angustia de la espera, de que llegue primero una de las cajas y no las tres juntas y otras posibilidades igual de sadomasoquistas. O de que me falte un libro. O todos. O algunos. O de no arcordarme cuáles venían y arrepentirme de no haber hecho una lista.

Si alguien sabe del santo patrono de las cosas enviadas por correo, le ruego me mande un correíto con instucciones.  Yo soy de las ateas creyenceras, de las que prenden velitas, ofrecern promesas y bailan padresnuestros en situaciones desesperadas y por favores concedidos.

Por cierto, eso fue jueves. El viernes ya andaba yo con mis compañeros en la librería de nuevo. Ya tengo 10 libros nuevos. Esos van en el equipaje de mano.

9 gotas de lluvia en “Goin' Postal or/oder Die Post gegen mich”

  1. Terox dice:

    Diay, por courier hubiera salido más caro pero fijo te los empacan y te dan un tracking number… O podrías mandar los pedazos del muro…

  2. solentiname dice:

    A mí me costó mandar 15 jkilos de libros en 3 cajas, lo que por courier cuesta mandar 250 gramos. You do the math.

  3. medea dice:

    Te deseo suerte! Yo envié un pequeño paquetito a Costa Rica desde USA el 1 d Julio… y estas son las horas que el paquete nunca llegó. Afortunadamente, pienso que los rateros de Correos de Costa Rica son tan incultos que no se van a preocupar por libros así que a lo mejor y están más seguros que nunca!

  4. medea dice:

    aclaro que no todos los de correos son incultos: pero que los rateros sí 😛

  5. Dean CóRnito dice:

    Aunque no entiendo un carajo de alemán, me hubiera encantado presenciar la escena, sobre todo tus discusiones con la viuda esa del correo……

  6. beto dice:

    Lo que me encanta de tus posts es que me puedo imaginar cada detalle con pelos y señales…

    No te culpo por tu aversión al correo tico. Yo también comprobé por experiencia propia en otros tiempos que Correos es algo así como uno de los agujeros negros de la correspondencia mundial, donde lo que entra, puede que no salga… por eso desde hace años y hasta la fecha tengo cuenta con Atracosillas, que me sodomizan a piacere con cada paquete que recibo, pero que al menos no me han perdido ni se han dejado ninguno.

    Vaya si sabré lo que es meter chuncheros en una maleta. El empaque de las mías al regreso debería ser toda una lección de logística. Y sí, a veces termina pesando como un saco de piedras y me ha tocado pagar sobrepeso, pero así como $25 o $40 lo más. No $350. Es ist unverschämt teuer!

  7. Solentiname dice:

    Medea, me mataste todas las amebas de un solo. Ya puse a Marcelo a llamar a la aduana postal y apenas llegue yo, les pongo la perseguidora.

    Dean: Vieras! yo le hacía unos ojos…. 😉

    Beto: Enviarlos a Estados Unidos era un atentado, pero sí, yo también los uso. Lo que pasa es que el envío a Miami salía más caro que el sobreprecio de las maletas. Los países pobres tenemos tarifas preferenciales. Si hubiera sido solo por los libros, no es bronca, pero es que aproveché e hice unas compritas por ahí…

  8. ticoexpat dice:

    LOL … sorry Sole, pero me he reido un tanate… sorry, muy mala gente…. LOL….

    Aca tenemos EMS, courier mas barato -oio un poquito mas de tiempo- y a mi me chinean, me llenan las boletas -extranjeros no saber chino- me pegan la caja… Cuestion de diferencias culturales…. LOL

    Mantenganos informados del destino de los libros.

  9. Hilda dice:

    jejejejeje!!!!!! de película la escena….
    ¿y te llegaron?

Y vos, ¿qué pensás?