Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Nein!

Este es mi último fin de semana, como tal, para disfrutar Berlín. El otro estaré en Budapest. Y el otro, estaré ya de camino a Costa Rica.

Entonces, a pesar de la helazón, me envuelvo bien y salgo a caminar por ahí, a recorrer los lugares que más me gustan, a grabármelos en la memoria. Es cierto que las mejores fotos son las de la tarjetas postales. Pero ninguna tarjeta logra reflejar esto que to veo, lo que quiero guardarme en la memoria.

En una de mis paradas, llego hasta Alexander Platz, buscando una tienda que tiene solo productos de Alemania Oriental, muy popular entre la gente de la DDR, que quiere seguir usando el mismo desodorante o el mismo jabón.  Al tratar de salir por una de las puertas de la estación, la que da hacia la torre de televisión, me topo con un contingente de policías y gente de seguridad de la estación. No podemos salir.

Al otro lado dle vidrio, en la plaza de la torre, hay un grupo pequeño de hombres rapados, vestidos de negro, con votas militares, gritando consignas. Son los nazis. No es una broma. Son, de verdad, nazis. Y se identifican como tales. Y de repente, yo siento miedo.

No soy la única. Aunque hay otras salidas hacia otras direcciones menos sórdidas, la gente se apelota al lado de la policía, como si eso los hiciera sentir más seguros. Ven con preocupación y asco a esos hombres fúricos que levantan el brazo en un saludo nazi y gritan consignas que evocan antorchas, guerras y crueldades. Escucharlos, sentir el odio de sus palabras, es realmente macabro.

El tránsito está detenido sobre una de las calles más importante de Berlín. Estos imbéciles tienen el derecho constitucional a manifestarse y desfilar. Y la policía les hace campo. Están peligrosamente cerca del barrio judío. Se me agudiza el miedo de pensar en volver a ver algo así. Hace muchos años, en Nueva York, vi nazis desfilar con sus uniformes de terror, a través del barrio judío ortodoxo de Brooklyn, exigiendo seis millones más. Igual, rodeados por policías, en un barrio fantasma donde todas las puertas y ventanas estaban cerradas y no había nadie en la calle.

De repente me doy cuenta que, además de sus gritos salvajes de odio, hay otro ruido. La manifestación está rodeada de policías. Pero alrededor de los policías, hay otro anillo de gente.  De la gente común y corriente que iba pasando. De organizaciones de maestros y otras áreas que se convocaron para este día. Rodean a los nazis y los chiflan, con desprecio, como se chifla en Latinoamérica a un árbitro o a un equipo contrario.

No es un solo silbido. Es constante. Es tan fuerte que confunde las consignas.  Y también hay gritos. De la gente organizada y de los que son simplemente peatones que pasan y se dan cuenta de lo que está ocurriendo:  «Nein!» «Niemals» (nunca más), «Nicht mehr» (no más) «Raus!» (fuera), Y pancartas que dicen «Berlín contra los nazis», «Fuera los nazis de Berlín», «Ustedes son una desgracia para nuestra ciudad».

Los policías nos piden que no nos apelotemos, que usemos otras salidas. Yo salgo a la calle justo en el momento en que la manifestación toma Unter den Linden para dirigirse a la Puerta de Brandenburgo. Al frente, está la calle que lleva al barrio judío.

Las personas, sin ponerse de acuerdo, van bloqueando la calle. Estos peatones, observadores casuales, se toman de los brazos y hacen un tapón humano. Si a alguien de la manifestación acaso se le ocurriera desviarse y tratar de entrar al barrio judío, aquí están ellos, berlineses mal encarados, comunes y corriente, envueltos en sus abrigos, en medio del frío, que interurmpieron su camino, dispuestos a impedirlo.

6 gotas de lluvia en “Nein!”

  1. Terox dice:

    Qué increíble que la gente común se pueda unir en ese momento en contra de esos locos. Tal vez esa es su función, recordarle al resto su deber… nunca más!

  2. beto dice:

    Se nota que algunos no aprendieron nada de la historia del Tercer Reich. Y si lo hubieran vivido (que no creo, porque los que sí lo vivieron o están ya muertos o en alas de cucaracha), me pregunto si estarían manifestándose tan entusiastas repitiendo como loros las consignas del Führer. La ignorancia es temeraria, dicen.

  3. itzpapalotl dice:

    El otro día vi un video de una manifestación del ku klux klan. Donde el cowboy vio algo terrible y triste, yo lo que vi fue a una adolescente negra marchar directo a donde el dirigente encapuchado, y gritarle en la cara que era un imbécil, junto con muchos otros que la apoyaban sin ningún miedo, protegidos por la policía. A mi me gustó.

  4. ticoexpat dice:

    Sopa, que fuerte.

  5. Dean CóRnito dice:

    Creo que lo importante no es el grupúsculo de imbéciles que no aprendieron nada de la historia, sino la reacción indignada de la masa ciudadana. Si así hubieran reaccionado setenta años atrás, tal vez no habría Holocausto que lamentar. Lo importante es que los alemanes, como sociedad, parecen haber aprendido esa lección. Al menos por la presente generación.

  6. solentiname dice:

    Terox: Creo que es un ejemplo, sobre todo porque fue espontáneo.

    Beto: lo peor era que protestaban contra lo que ellos llaman la agresión de la izquierda… comprenderás que para ellos, cualquier minoría, sobre todo los judíos, son izquierda.

    Itz: Algo así fue, algo así. Eso que hasta te sentís orgullosa de esa gente que no conocés. El agresor se descoloca tanto cuando la víctima se defiende…

    Ticoexpat: sip. duro.

    Dean: Yo también. Creo que reaccionan así porque saben bien el precio de no reaccionar a tiempo.

Y vos, ¿qué pensás?