Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Respuesta freudiana

A finales del año pasado, estaba yo de visita en la oficina del Patán revisando algunos temas pendientes. Aunque son cosas que perfectamente podríamos discutir por teléfono, él insiste en la visita personal, que transcurre en verlo trabajar, fumar, atender el teléfono, contestar correos, salirse de la oficina para ir al baño, preguntarme «En qué estábamos?» y yo buscando el momento apropiado para meter mis preguntas, obtener mis instrucciones y largarme. Siempre se le advierto «Me voy a las tres y media en punto!»

Uno de los compañeros del Patán, El Negro, es de lo más simpático y divertido. Tienen las oficinas uno frente al otro y se la pasan vacilando el día entero. Se piden cigarros, se insultan, se vacilan, se muestran pornografía en la compu y se avisan si va alguna muchacha de buen ver por la acera, independientemente de que yo esté sentada en la oficina y el aviso incluya descripciones gráficas usualmente con lenguaje soezmente claro, suavizado con una media sonrisa de disculpa. Son, en resumen, amigos de tandas y amigos del alma.

Pues llega el Negro a la mitad de la reunión del Patán y yo, y con gran ceremonia me entrega un calendario de la empresa (que terminó en el basurero, como todos los calendarios que me regalan y que no encuentran hogar adoptivo). Yo, educada hasta la médula, le digo:

Gracias don Negro, qué lindo de su parte, no me lo esperaba. Yo pensaba que este año la empresa no iba a hacer regalos corporativos. – en una evidente indirecta al Patán, que me ignoró, hizo trompas, cara de a mí que me importa y por debajo, refunfuñó “Negro, playo, por sobalevas quedo yo como un legítimo carepicha”

El negro, aprovechando la circunstancia, me pone la mano en el hombro, y me dice, viendo fijamente al Patán:

Eso es para que veas que en esta empresa hay otras personas que te queremos mucho….

Yo finjo estar conmovida, porque creo que me hubieran demostrado más cariño con un bono por resultados o con una de las camisetas chivísimas que tiene en la oficina, pero me pongo la mano en el pecho, miro al piso y le digo:

Yo sé, don Negro, yo sé– y cierro con un suspirito fingido mientras me abrazo al calendario.

Pero el Negro no había terminado de hablar:

– … otra cosa es que vos, de cabezona, escogés dirigir a otras partes tu cariño.

Aquí el Patán dejó de juguetear con la página web de su cuenta corriente. Yo pelé los ojos enormes y volví a ver hacia arriba, para encontrarme con el Negro y el Patán viéndose fijamente a los ojos. El Negro parecía querer decir “Viste mae? Viste? Qué vas a hacer ahora?” y el Patán algo como “Atrevete a decir algo más, malparido, Atrevete”. O eso quisiera creer yo. La verdad es que probablemente el Patán tenía un aire de extrañamente divertido. Así como Nerón viendo arder Roma.

Todos esperábamos a ver quién iba a decir algo primero para acabar con ese momento incómodo y fui yo la que lo dijo:

Diay don Negro, qué le voy a decir… usted tiene razón… sabe porque és?

Horrorizados ante la posibilidad de una confesión escandalosa, de un momento íntimo y sincero, intentaron descarrilar el tren de la conversación, pero fue demasiado tarde. No les dije nada especial. No les hubiera abierto el corazón, pero tal vez sí los registros del archivo de análisis freudiano que explicaban esos actos tan necios míos de insistir en tropezar con la misma piedra, en términos que yo sabía que ellos no entenderían y descartarían como alguna de mis volazones. Hubiera empezado algo como así:

Yo, la codependiente del desprecio…

6 gotas de lluvia en “Respuesta freudiana”

  1. julia dice:

    Uy!
    Me voy corriendo a tomar un poco de agua!!

  2. Humo en tus ojos dice:

    auch! el asunto es que la que sabe eso, decide si sigue ahí, o se va.

  3. Maria dice:

    ¡Que grueso¡, esa codependencia es super jodido…

  4. Sirena dice:

    Ja! Si por eso me enojo tanto con el patán, ¡por eso se llama patán! ¿sabés por qué me enojo? Pues porque no hay nada tan irresistible como un reto… aunque algunos retos alcanzados no valgan un carajo. No me llamaría codependiente del desprecio, pero algo así como «¿testaruda?». Se me acaba de ocurrir una teoría… cuando la desarrolle te la haré saber.

  5. Buitre Desahuciado dice:

    Pues sí, el viejo Segismundo tiene una respuesta para eso.

    No soy muy ducho en cómo es que se explica, pero lleva una S y una M… Pero es muy drástico mencionarlo.

    Además a veces de vez en cuando a todos nos ha gustado, quién sabe por qué descarrilamiento cósmico, que nos majen como a una cucaracha.

  6. furia dice:

    puritito malestar cultural… me encanta cómo lo contás, porque se me hace extreñadamente familiar.

Y vos, ¿qué pensás?